El pasado mes de abril dos chicos franceses que se hacen llamar French Fuse, famosos por hacer música con cosas tan insólitas como el sonido que hace un coche cuando no tienes puesto el cinturón de seguridad y el tono por defecto del iPhone, fueron un pasito más allá en cuanto a sus locas creaciones e hicieron música a partir de extractos musicales provenientes de anuncios publicitarios franceses. Hasta la fecha, este es el vídeo más exitoso del dúo en cuanto a cantidad de reproducciones tanto en Youtube como en Facebook se refiere. Si nos detenemos a escuchar cada extracto utilizado podemos notar que aunque la gran mayoría de elementos son musicales no todos son de la misma naturaleza ni cumplen la misma función.
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Cuando hablamos de música en publicidad lo que probablemente se nos venga a la cabeza primero son cosas como “Yo soy aquel negrito”, “Vuelve a casa por navidad” o “Leche, Cacao, Avellanas y Azúcar”. Si puede continuar leyendo sin que su mente se haya focalizado en tararear alguna de las musiquillas anteriormente mencionadas, podrá saber que en el argot publicitario a estas pequeñas canciones que acompañan a los anuncios se les llaman jingle. El comienzo de estos acompañamientos musicales fue en la radio americana a finales de los años 20 del siglo pasado, aunque el verdadero boom en nuestro país se dio durante los años 80. De esa misma década encontramos ejemplos aún recordados a pesar de los años que llevan sin sonar como los de Chispas, Vacaciones Santillana, BIC o Farala u otros que se resisten a desaparecer aunque hayan pasado por chapa y pintura, como la sintonía de la ONCE. Como curiosidad, este jingle que ha sonado tantas veces en la radio para dar el número premiado fue creado en 1984 por Nacho Cano, y mantuvo esta colaboración con la organización pro-ciegos durante toda la década de los ochenta creando otras sintonías para distintos anuncios publicitarios.
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El jingle se puede basar en una creación completamente nueva o en una versión de una canción conocida. La década pasada se caracterizó por la aparición de muchísimos anuncios en los que se versionaban de forma paródica canciones realmente antiguas. Hemos visto a Raphael versionado por Trina, la canción de La Historia Interminable por Renault, Spandau Ballet por Coca Cola, Pino D´angio por Movistar y hasta al bigotón de Pablo Abraira por Bancaja. En la actualidad se nos hace más complicado encontrar anuncios que contengan nuevos jingles. Sobre todo porque cada vez son más las marcas que utilizan en sus campañas internacionales los denominados logos sonoros o audios sonoros. A diferencia de los jingles, estos logos sonoros son piezas musicales aún más breves que con pocas notas conforman una melodía que identifica a la marca y que suelen cerrar los anuncios acompañados del logo y el eslogan de la campaña. Y los ejemplos son muchos, como Renfe, Intel, Coca-Cola o McDonalds. Eso si, dentro del sector automovilístico rara es la marca que no utilice un logo sonoro, ya que por ahora lo usan Peugeot, Citroen, Renault, BMW y Kia.
La música que acompañan a los spots actuales suelen ser canciones normales como las que escuchamos a diario en la radio o en nuestro móvil. El problema está en que como la canción esté de moda lo mismo también nos la podemos encontrar para vender detergente, perfumes, coches, más perfumes o dispositivos electrónicos. Que la canción sea conocida juega en este caso un importante hándicap para la marca, pues al ser tan común pierde distinción y por tanto hace menos memorable el anuncio, cosa de vital importancia cuando se quiere que el consumidor recuerde lo que se vende. Por otro lado, si el anuncio utiliza una canción poco conocida puede resultar más beneficioso tanto para la marca que consigue un elemento más distintivo como para el músico que alcanza un mayor público. En los años 90, gracias a los anuncios de Pepsi grupos de música desconocidos consiguieron un gran éxito, como Australian Blonde, Undrop, Deviot y La Rabia del Milenio. En la actualidad, el testigo lo ha cogido Estrella Damm, que desde 2009 hace anuncios de veranos odiablemente perfectos acompañados de canciones tan hipsters que nadie las ha escuchado. Fue el caso del primer anuncio de tema veraniego de la marca de cervezas, en la que los creativos de Villarrosàs (actual &Rosàs) utilizaron una canción de un grupo de música sueco inactivo por aquel entonces que debido al éxito de la campaña y del tema pudieron dejar sus antiguos trabajos y volver a tocar todos juntos. Para los festivales de publicidad, la agencia contó el resumen de la campaña con un supuesto ex miembro de la banda resentido por el éxito repentino.
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Pero tranquilidad en las masas, porque el jingle no ha muerto. Todavía se encuentra en televisión contados anuncios que se atreven a lobotomizarnos la cabeza con melodías sencillas pero indelebles para la memoria, como Carglass cambia, Carglass repara. Aún así, la presencia en la actualidad de los jingles es casi residual excepto en la radio.Sirva como homenaje este vídeo de 1996, en el que durante la entrega de premios del Festival de la Publicidad de San Sebastián, el Orfeón Donostiarra realizó una actuación sorpresa en la que recorría la historia de los jingles en España. Un dulce homenaje a un recurso que, como muchas tendencias cíclicas en publicidad, volverá a estar de moda dentro de unos años hasta que nos hartemos de tanta cancioncita. Larga vida al jingle.
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