El suyo es envidiable, sin embargo, Antonio Aguayo escribía días atrás: Maldito Currículum. “Soy licenciado en historia del arte por la Universidad de Santiago, doctor por la Universidad de Cádiz, hice la tesis doctoral sobre el renacimiento en Jerez, he publicado parte de esa tesis en la Universidad de Cádiz y después he sido profesor de instituto durante 34 años. Y, bueno, trabajo el tema del arte desde el punto de vista de la iconografía, he publicado varios libros, he publicado unas cuantas decenas de artículos”, resume Aguayo, al que parece no serle suficiente, ya que finaliza: “Y poco más”.
Daba clases en el Caballero Bonald desde que se abrió. 32 años rodeado de niños y maestros; de educación y enseñanzas; de libros y exámenes.
- ¿Cómo ha evolucionado la educación en esos 32 años?
- Nunca quiero decir que cualquier tiempo pasado fue mejor, porque no es cierto. Yo creo que se ha cambiado mucho el tema de la enseñanza en el que se exige poco. Y sobre todo me parece que la enseñanza se encamina no a enseñar, sino que se pretende hacer gente muy competitiva. Se han quitado materias fundamentales para mí, como es por ejemplo el latín. No puedes estudiar historia sin saber latín. Creo que habría que premiar el esfuerzo y el estudio. Que no se vea como una maldición. Yo es que creo que una persona que no estudia, que no tenga interés por saber, es una persona que realmente está muy coja. Entonces, me parece que se tendría que volver de nuevo al esfuerzo, al estudio, al incentivar el ansia de saber. No a aprobar, que me parece que está ahí el error. Y también creo que el profesorado tenemos una deuda. Al alumno o a la alumna habría que enseñarle a pensar. Tú no le puedes llegar a un chico o a una chica y decirle “esto es así porque yo lo digo”, sino enseñarle a descubrir, enseñarle a pensar, enseñarle a estudiar. Yo la historia no la concibo como una sarta de fechas, nombres… Siempre les he dicho a mis alumnos y alumnas: “No me preguntéis una fecha que yo no me la sé. Para eso están los libros, para estudiarlos”. Lo que tienes que saber es preguntar a la historia por qué sucede esto. Hoy tendríamos que preguntarnos: ¿por qué ha ganado Trump? Creo que -y en eso baso un poco el artículo sacado antes- a la gente la enseñanza no les enseña a pensar. Quiere inculcarle unas materias, que se las sepan de memoria y que saquen buenas notas. Pero eso no es la enseñanza, según mi punto de vista.
A Antonio Aguayo parecen preocuparle los niños autómatas. “He visto a niños de 12 años muy competitivos”, cuenta antes de fijar su mirada en los padres que quieren hacer un súperniño: “Sale a las tres, a las cinco tiene que estar en clase de kárate, a las seis en clase de inglés, a las siete en clase de no sé cuánto. Robotizamos a la infancia y en cambio no potenciamos que se acostumbren a pensar. Ahora mismo te encuentras con un grupo de treinta chavales y chavalas que lo que quieren es -si es un grupo bueno, si es un grupo pasota ya…- sacar una nota mejor que la de su compañero”.
El profesor tiene la historia como “una enseñanza. Aparte de que es nuestro pasado, es una enseñanza permanente. Si desconocemos nuestra historia no podemos afrontar el futuro”. A través de ella reflexionó sobre la elección de Trump como presidente de los Estados Unidos y le buscó una explicación: “Se ha creado una crisis económica, que no ha sido una crisis sistémica; ha sido una crisis creada exprofeso para eliminar derechos, para eliminar toda una serie de cosas. Entonces, a partir de ahí, una vez que hemos creado el monstruo es muy difícil pararlo”.
- La teoría de la conspiración ¿no?
- No, no es la teoría de la conspiración. Es que, por ejemplo, la crisis no era una crisis sistémica, no era una crisis estructural. Ha sido una crisis creada exprofeso a raíz de la caída del muro de Berlín cuando ya no había contrapeso de las ideas socialistas. Hoy día a nadie se le ocurre decir que es socialista, está mal visto. No hay socialdemocracia, los sindicatos han dejado de existir prácticamente. ¿Qué sucede? Que esa crisis se ha creado, como se habían conseguido muchos derechos, había que quitarlos. Y los quitamos en aras de la economía. Y quitamos derechos en aras de la seguridad porque hay terrorismo internacional. Entonces hay que poner seguridad y quitar derechos. Entonces todo está unido entre sí. La crisis es una crisis creada por un señor X.
- ¿El miedo?
- Se juega con el miedo. Es muy fácil jugar con el miedo.
- Y es lo que más se utiliza. Estamos jugando con el miedo de no tengo dinero, el miedo de van a venir a matarme… ¿no?
- Claro. Entonces, conmigo estás mal, pero ten en cuenta que puedes estar peor. Y si viene el coco vas a estar mucho peor. Se quiere hacer creer, sobre todo a los menos favorecidos, que este es el mejor de los mundos posibles porque el que venga va a ser peor. Entonces, a partir de ahí, échate a temblar. Porque además las diferencias entre ricos y pobres cada vez son más grandes. Los ricos son cada vez más ricos y los pobres son cada vez más pobres. Pero el contrasentido es que los pobres votan a los ricos. La teoría de pon mucho de miedo que algo caerá, está muy clara.
Por si aún no se le ha notado, Aguayo se considera de izquierdas. Lo dice sin miedo y en el sentido “de que la izquierda tiene que ser una cuestión social. No me considero de ningún partido ni tengo intención de afiliarme a ninguno, pero creo que la política tiene que tener una labor social: tiene que haber una sanidad universal, una enseñanza de calidad universal, tiene que tener los mismos derechos todo el mundo”.
Ahora mismo su discurso iría contracorriente: sería un rebelde. Tras demostrar su inteligencia en posteriores respuestas, la pregunta parece obligada:
- Los inteligentes ¿son rebeldes?
- Creo que sí, fundamentalmente.
- ¿Y Antonio Aguayo se considera un rebelde?
- Me considero un inconformista, pero no me equipares con inteligente; creo que me falta mucha inteligencia.
- Bueno, vamos a ser humildes. No somos inteligentes, pero ¿somos rebeldes?
- Rebelde contra muchas cosas, sí. Inconformista desde luego y lo que no estoy dispuesto es a aceptar una cosa porque me lo digan. A lo mejor lo acepto de buen grado, pero si considero que está bien. Tampoco creo que ser rebelde sea ‘yo soy el niño terrible y voy de niño terrible’. No, a ver. Creo que tienes que rebelarte contra lo que verdaderamente importa y contra lo que verdaderamente estás en contra. Si tú estás de acuerdo con una orden que te dan, te dicen ‘mira tienes que hacer esto’ y tú dices ‘pues muy bien’. ¿Por qué vas a ser rebelde, si realmente estás de acuerdo con eso?
“El hábito no hace al monje”, dice posteriormente el otrora profesor del Caballero Bonald, al que le molestan las reglas.
- ¿Y cómo se rompe con la regla?
- Pasando de ellas.
- Pero entonces te condenas al ostracismo, porque te estás saliendo de la línea. ¿Te has salido alguna vez?
- ¿He seguido la línea alguna vez?
- ¿Y te ha costado consecuencias?
- Sí, claro.
- Al final estamos hablando de siempre lo mismo, hay que quitar al que es diferente ¿no?
- Y sobre todo hay que eliminar al que destaca.
Aguayo dice no creer en el mundo perfecto. ¿Pero si hubiera que hacerlo?
- El mundo perfecto sería un mundo igualitario, justo, equilibrado, tolerante y donde no hubiera discriminación. En primer lugar, donde hombres y mujeres fuésemos iguales. Donde porque yo tengo más dinero no soy más que tú que tienes menos dinero y donde hubiera una igualdad. Para mi ese sería un mundo, no digo perfecto porque siempre habría envidias o lo que sea, pero yo lo que no quiero es un mundo de desigualdades. Ni desigualdades a nivel económico, ni desigualdades a nivel cultural, social.
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