Caer en la "Trumpa"

El asesinato de George Floyd ha desatado una tormenta en el país norteamericano.

Antes de que alguien malinterprete mis palabras, me gustaría aclarar que no seré yo quien defienda la violencia para solucionar conflictos raciales, ni los de ningún tipo. En cambio, si consideramos esos fenómenos como formas de expresar descontento puedo llegar a entenderlos.

La lucha de la población afroamericana viene desde los tiempos de esclavitud. Si entramos en el lenguaje bélico que tanto gusta al actual presidente, podemos afirmar que ha sido una guerra dura y cruel no sólo por el número de víctimas, sino por la lentitud de su proceso. Un proceso que recientemente se puede resumir en dos hechos claves: El asesinato de Martin Luther King y la presidencia de Barack Obama. Con las consecuencias de lo primero y la victoria del segundo parecía que, al fin, los episodios de racismo en el país tenían los días contados.

El problema es que el presidente actual tiene cierta predilección por construir vallas, lo que a veces parece que le lleva a pensar que está a cargo de ganado en lugar de personas. Tras la falta de medidas contundentes para mantener su particular rebelión en la granja, ha tenido que acudir al término terrorismo como salvavidas, con todo lo que ello implica. El líder norteamericano -insufrible pero no tonto- lo hace por una sencilla razón: interpretando así el problema y a sus autores, todo lo que haga para erradicarlo estará justificado. ¿Como va ser mal presidente alguien que combate el terrorismo?

La estrategia es tan surrealista que el encontrar socios en su delirio le ha resultado complicado, al menos en nuestro país. Una semana, para ser exactos. Ese es el tiempo en que el partido de ultraderecha, Vox, ha sucumbido a sus redes –metafórica y literalmente– mediante un tweet que dan arcadas solo de leerlo. Definir lo ocurrido estos días en EE.UU. como "una nación que es atacada por terroristas callejeros amparados por millonarios progres" es de tener poca sensibilidad y conocimiento del dilema.

La realidad son nueve minutos pisando un cuello a un hombre de raza negra. Varios de ellos con la víctima ya inconsciente. Esos son los hechos objetivos que provocan el caos. Lo demás es pura paja.

Por todo esto, la respuesta en las calles de estos días se puede catalogar de muchas formas: impulsiva, violenta, multitudinaria o reivindicativa-si se mira desde la óptica más sensible- pero si algo no la define es terrorista. De considerarlo así, la forma de resolver el problema nos llevaría a la famosa táctica de crear el culpable para justificar los fines con la que se consiguió convencer a gran parte de los estadounidenses de que era necesario bombardear Irak, con las consecuencias que todos sabemos.

Supongo que algo habremos aprendido de aquello... O caeremos de nuevo en la trampa.