Carta a Paul McCartney: Querido Paul, Gettin’ better from Jerez!

30/05/16 +Jerez Juan Ignacio López

Querido Paul:

Probablemente, cuando empieces a leer esto o termines de hacerlo me llamarás friky. Probablemente tengas algo o mucho de razón, pero ¿qué más da? No sé cómo empezar. Se me ha ido la ‘perola’ o algo por el estilo, porque ésta es una carta que, es casi seguro, nunca leerás. Aunque sé positivamente que imposible es sólo algo que no llegas a intentar.


Lo de ‘Querido Paul’ puede sonar cursi, pero es una verdad como un templo y tiene su explicación. Cuando te ‘crías’ con alguien, creces oyendo su música, has colocado posters suyos en tu habitación de adolescente, en tu despacho o lugar de trabajo y reconoces sus canciones con sólo escuchar unos acordes, es como si conocieras a ese alguien. Porque forma parte de tu historia, aunque no le hayas tratado en tu vida, la música crea un vínculo difícil de borrar. Razón por la que me dirijo a ti como ‘querido Paul’. Tus canciones forman gran parte de la banda sonora de mi vida, e identifican momentos y situaciones muy especiales, que han marcado mi forma de ser.


Te estarás preguntando por qué tienes que prestar atención a un tipo como yo. Al fin y al cabo soy como un granito de arena en una playa inmensa, entre los millones de personas que te admiran en el planeta y te siguen desde hace tantos años. Un forofo más, un bitélmano, un fan o, como llamamos por aquí, un ‘torta’ de tu música, de tus discos, de tu historia, a quien que has emocionado con tus canciones en etapas muy distintas de su existencia.

Te escribo desde Jerez, al sur de mi país, al que vienes en unos días. Jerez es una ciudad que posee mil encantos y que tú nunca has visitado. Recordarás que, junto a John, Ringo y George, antes de vuestros conciertos en España, firmasteis en unas botas de nuestros vinos. Eso ocurrió en el hall del Hotel Fénix, en Madrid. Pero has de saber que el recuerdo de esas botas permanece expuesto en una bodega de Jerez, en Williams & Humbert, para disfrute de los amantes de vuestra música.

He tenido la suerte de asistir a tus últimos conciertos en España: en 2003, en el Palau Sant Jordi (Barcelona), y en 2004 en el estadio La Peineta (Madrid). En este último, tras correr como no lo he hecho jamás, una vez que abrieron las puertas del recinto, conseguí situarme a sólo unos metros del escenario. Aún recuerdo cuando empezó a sonar, por primera vez en tus conciertos, el ‘Gettin’ better’. De alucine. Pero ¡qué rabia! Mucho me temo que no podré subir a verte y escucharte de nuevo, esta vez al Vicente Calderón. Mi vida ha cambiado mucho y hay que establecer prioridades.
No tengo ni idea de si te alojarás en España esa noche, o la anterior. Igual, vuelas a uno de tus refugios secretos… Pero, permíteme una sugerencia: ¿por qué no te vienes a Jerez? Un concierto aquí sería mucho pedir, pero por pedir… ¡joder, vino Dylan! ¿por qué no tú?

¿Y si hubiérais estado en Jerez en la mini gira española de 1965?

Ya lo hubieran querido muchos… pero no fue así. Sinceramente, yo ni me hubiera enterado. Aunque supongo que, en algún momento, poco antes de nacer, precisamente ese verano, desde el vientre de mi madre percibí el ritmo de alguna de vuestras canciones, sonando en el transistor que había en casa. The Beatles llegásteis a España en 1965 para ofrecer conciertos en dos ciudades: Madrid y Barcelona. Pese a que se trata de la versión oficial, tal y como recogieron los medios de comunicación de la época, alguien se aventuró a afirmar que también pasasteis por aquí. Aunque no fue así, algo vuestro llegó hasta Jerez. Y para quien no conozca, a estas alturas, lo que entonces ocurrió, basta bichear en Internet para encontrar vídeos con las imágenes del NO-DO, ojear el maravilloso libro ¡Olé Beatles! , de Enrique Sánchez y Javier de Castro, o ‘Los Beatles que he vivido’, del jerezano José Manuel Peña. Pero…¿y si hubiérais venido? ¿qué hubiérais hecho, conocido o visitado?


Como un poco de fantasía no hace daño a nadie, digamos que así hubiera podido escribirse la crónica:

“El conjunto inglés ha aterrizado en el pequeño Aeropuerto de la Parra, en la ciudad de los caballos y el vino. El cuarteto ha visitado una conocida bodega de Jerez, donde han podido ver cómo se venencian los vinos de esta tierra. La actuación tendrá lugar en la Plaza de Toros de Jerez, hasta donde se espera que lleguen numerosos jóvenes ye-yé, procedentes de otros puntos de la región andaluza, así como desde la base naval americana en Rota y desde la vecina Gibraltar…”.

Poco más o menos, así lo hubieran podido contar los ‘plumillas’ de entonces. Probablemente, y dejando volar la imaginación, pienso que, días antes del imaginario concierto, Ringo habría visitado varias bodegas, atraído por el perfume del oloroso, firmando en unas botas en el antiguo Salón Don Guido. Al percatarse del nombre de la calle donde se encontraba, Paul, creyó que se trataba de un homenaje a su compañero, al que buscó para que se sumara a una cata privada.


John, que también se sumó a la experiencia, marchó después a Caños de Meca en busca de la paz de la playa y del Flower Power. Entre tanto, el ya místico George bien pudiera haber visitado el Monasterio de La Cartuja, pasando unos días de meditación.

En esta fantasía, la imaginación me dice que tú, querido Paul, quisiste tocar el órgano de la Catedral y hasta estuviste componiendo en un patio o en una azotea del barrio de San Miguel.

Pero… bajemos de la nube. No fue así, pero no hubiera estado mal. Ahora regresas a nuestro país y nos invitas a hacer historia en el concierto que darás en Madrid. A buen seguro, volverás a recitar aquel poema infantil de los conejitos. Aquel que te enseñaron de pequeño en las clases de español en el colegio. Lo harás arrancando la sonrisa de los miles de privilegiados que acudirán a la mágica cita en el Calderón. Volverá a ser una noche de delirio, doce años después de tu última visita a España. Pero Paul, querido Paul, por favor: la próxima vez ¡vente pa Jerez! You’ll make history: Sherrycal History Tour…

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