Cáspulas de café: un método rápido, sencillo y práctico

30/11/18 +Jerez Pedro Toril

Un método rápido, sencillo y práctico. El café, directamente a la taza. Sin apenas esfuerzo y sin movimientos. Esto es posible desde la llegada al mercado de las cápsulas de café, que actualmente copan el mercado junto con el clásico café en grano.

La llegada de este inventó revolucionó el mercado. Como siempre, también hay una gran perjudicada: la conocida popularmente como cafetera italiana -llamada Moka en realidad-, que todas las casas albergaban hace no tanto tiempo. El olor a café todavía transporta a la imagen de ese artilugio que cada vez está más en desuso, normalmente de color gris y que cualquiera que haya nacido en el siglo XX guarda aún en la retina. Aunque aún se utilizan, la empresa del creador de este instrumento ha quebrado porque no se venden igual que antes.

Renato Bialetti -ya fallecido- creó estas máquinas en 1933 para facilitar la entrada del café en grano para bares y su elaboración en las casas. La intención parece ser la misma con la que han llegado a los hogares las cápsulas, casualmente.

Mucho se ha hablado del material con el que están realizados las cápsulas de café soluble que tomamos habitualmente.  La mayoría son de plástico y algunas otras son de aluminio. No obstante, hay empresas que han apostado por el aluminio de origen responsable de la Iniciativa de Administración del Aluminio (ASI). Esta iniciativa apuesta por la promoción de bajas emisiones de carbono durante la producción, establece unas reglas básicas para proteger la biodiversidad, lucha por la gestión del agua y cree en el respeto por los derechos de los pueblos indígenas.

Las cápsulas de café, independientemente del material con el que se realicen, albergan una porción de unos 7 gramos de café en polvo. Hay un tipo de cápsula de 8 gramos, denominada ‘Cafittaly’ y que sería de libre uso. El coste comparado con el café en grano es mayor por motivos obvios: las cápsulas necesitan un mayor proceso de elaboración antes de llegar a las manos del consumidor final. De ahí que sólo haya que apretar un botón para disfrutar de un buen café tras colocar la cápsula en su lugar.

Pero el gran problema de los amantes del café es que a cada persona le gusta de una manera. Las cápsulas tienen solución para este problema también. Cada cápsula encierra un tipo de café diferente. Solo hay que acudir al mercado y elegir qué tipo se quiere tomar al día siguiente. Sería algo así como decirle a tu propio camarero qué café vas a tomar hoy: puedes elegir el ‘Sólo’ un día que necesites recargar energías, una ‘leche manchada’ cuando no quieras aportarle demasiada cafeína a tu cuerpo o pasar por los clásicos ‘capuccinos’, ‘cortado’ o el siempre agradable sabor de un café con leche recién hecho. Además, según la cápsula elegida podrás seleccionar si quieres un café espumoso o si por el contrario no te gusta ese estilo.

A pesar de que pueda parecer un producto completamente nuevo, las monodosis de café llevan ya bastante tiempo en el mercado. En España podemos disfrutarla desde principios de la década de los 2000. No obstante, sí es cierto que no se ha popularizado la utilización de estas cápsulas hasta hace poco más de un lustro.

No cabe duda de que en España nos vuelve loco el café. Según los datos de 2015 del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, las personas residentes en el territorio nacional toman más de 1.5 kilogramos al año. Esto serían alrededor de 599 tazas, más de una diaria por persona. La mayoría se consume en los bares, es decir, en café en grano, pero el café soluble a través de las cápsulas cada vez le está robando más terreno.

 

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