Hoy
me hacía la siguiente pregunta: ¿cuánto vale una foto? No me refiero a pagar a
un profesional que ha presenciado un determinado instante y lo ha recogido con
su cámara. La pregunta va dirigida a nuestros políticos. Señoras y señores
representantes de la ciudadanía, ¿cuánto vale una foto? Ya se lo digo yo antes
de que me contesten. Para ustedes, muchísimo. Más de lo que cualquiera pueda
imaginar.
Una
foto es un trofeo de caza mayor. Aparecer victorioso estrechando la mano de un
compañero de partido, o sonriente al descorrer las cortinas de una placa, es
más importante que cualquier proyecto llevado a cabo. Ver ese momento recogido
en los medios de comunicación y las redes sociales es el equivalente en
política a ganar la Champions League, y si la fotografía puede tomarse en una fecha relativamente cercana a los comicios, mucho mejor. Raro es que aún no haya una
calle (o una rotonda) llamada
Canon, o
Nikon, grandes aliados en la tarea
de engordar sus egos.
Pero permítanme que les diga que es indigno ver, a izquierda y a derecha, disputas pueriles por una simple captura. Lo hemos comprobado recientemente con el
Centro Tecnológico del Motor. Los unos, que no pudieron sacarse la fotito en su
día, pero defienden que aún están a tiempo de hacérsela (hasta 2023, nada
menos). Los otros, que están dispuestos a arrebatársela y que prevén hacer todo
lo posible para ello (de hecho, ya se han comprado la gomina). Y el ciudadano,
en su casa, con un taco de facturas que pagar y la misma suciedad que meses
atrás delante de su portal.
Desde
estas líneas quiero transmitirles, estimados dirigentes, que tanto a mí, como a
las personas que conozco, nos importan muy poco esas imágenes. Créanme si les
digo que no queremos verles aplaudiendo delante de una nave en el Circuito, ni
de una fuente que ha estado años oxidándose bajo el sol. Ni abriendo una
fábrica de zapatos, ni firmando para abrir una de coches. Ni presentando un
autobús rojo, ni presentando un autobús azul.
Dejen de planificar, negociar,
preparar, proyectar y, en definitiva, calcular el momento idóneo y conveniente
de una instantánea. Dejen de tomarnos por sobres andantes que sólo tienen valor
cada cuatro años y céntrense en su trabajo. Un trabajo que dista mucho del de
modelo (y del de vendehúmos, dicho sea de paso) y que debe basarse en buscar la
prosperidad de los jerezanos, atrayendo inversiones que generen empleo y
haciendo funcionar correctamente los servicios públicos. Más allá de siglas, más
allá de caras. Cuando eso sea así, y para eso sólo tienen que querer ustedes,
cada cual ya sabrá a quién votar. Y sin necesidad de foto alguna.