Erase una vez una carretera ancha, casi a las afueras de Jerez, cerca del lugar donde se cerraban los tratos en las subastas de ganado. Por aquel entonces no había tantas avenidas como tales. De hecho, la denominada Alcalde Álvaro Domecq era conocida entonces como ‘la avenida’, a secas, debido a su longitud, anchura y majestuosidad.
Otros casos siempre fueron llamativos, en lo tocante a nomenclatura y dimensiones, más propias de calles que de avenidas, como las de la Soleá o del Amontillado. Coexistían con otras avenidas que hacían honor a su tipología, por longitud, como la hoy Blas Infante, antes Carrero Blanco, o la de Duque de Abrantes.
Pero, volvamos a nuestro punto de partida, la Cañada de la Feria. Así era conocida esta vía cuando, próxima al Parque González Hontoria, empezaba a cobrar identidad empresarial.
Corría la década de los 70 cuando fue construido un puente que elevaba el tráfico rodado a la altura de donde hoy queda la rotonda de los Caballitos de Colores. La razón era el paso de la vía de ferrocarril. Una vez descendías el puente, sentido autopista, ya estabas en la avenida Fernando Portillo, aunque lo propio era referirse a ella como avenida del Eco. El motivo, el que muchos recuerdan. Donde todo era campo, en dirección a la macro barriada de La Granja, se instalaron pequeñas y grandes empresas locales. Entre ellas, Ecojerez: el primer gran economato de la ciudad, regentado por la los hermanos Muñoz Torrado. Cerca, y en ese mismo lateral, Almacenes Bahía o Autoesport Jerez.
Las empresas gráficas Orla Jerez y Estucherez también se ubicaban en un lateral de la avenida. La desaparecida central lechera jerezana ‘La Merced’ tenía allí su sede, aunque lo propio era referirse a esta recordada cooperativa como ‘la fábrica de la leche’.
En 1987 concluía la primera fase del reacondicionamiento del González Hontoria. Entre el recinto ferial y la todavía Fernando Portillo, en 1995 era levantado el Palacio Provincial de Ferias y Exposiciones Comerciales. No tardaron en llamarlo ‘el palomar’, aunque el común de los jerezanos lo conoce como IFECA.
Fue por aquellos años cuando Ecojerez pasó a mejor vida. Tras varias negociaciones, la familia Muñoz vendió la superficie a la multinacional Pryca. El gigante francés levantó en los terrenos del Eco el tercer gran hipermecado de Jerez, integrado en un centro comercial. A los jerezanos nos parecía una saturación de grandes superficies, existiendo ya un Hipercor más pequeño que el que hoy conocemos, y un Continente, en el centro comercial Jerez Sur.
A inicios de los años 2000 la Cañada de la Feria experimentaba una transformación mayúscula. El tren levantaba el vuelo. El puente que nos recordaba al Scalextric pasaba a la historia. Las soñadas obras de elevación de gran parte del tramo férreo, que discurría por el entorno urbano de Jerez, dieron luz a una nueva visión de la ciudad, hasta entonces ‘cortada’ en dos, a uno y otro lado de las vías.
La zona comenzó a prosperar, una vez acondicionada y convertida en atractiva avenida. Se sucedían aperturas de nuevos comercios donde antes sólo existían jaramagos, vinagretas o cardos borriqueros. Desde la inauguración de la gran tienda de muebles y electrodomésticos Palomino Idea, o la deportiva Sprinter, hasta una hipertienda de la cadena Urende. Abrían sus primeros supermercados en Jerez las cadenas alemanas Lidl y Plus Superdescuento.
La nómina de empresas jerezanas que lucían frente al centro comercial Jerez Norte era notable: Fegusa, el grupo Fonocentro, El Motorista o Azulejos Matsur. Hasta una moderna estación de servicio fue integrada en el notable cambio visual, que ya aportaba el bulevar a lo largo de la avenida.
La evolución experimentada en lo que sigue siendo uno de los principales focos comerciales de la ciudad ha sido continua desde el inicio de la crisis. Cerraron sus puertas firmas importantes y llegaron otras. Donde antes había una gran ferretería, por ejemplo, hoy hay un gimnasio. Basta con hacer un repaso por los nombres de comercios antes mencionados y comprobar si continúan o no allí. Algunos locales esperan cerrados un destino en forma de interrogación, como lo que en su día fuera Sespi Electrodomésticos y posteriormente Almacenes El Rubio.
Pedro Díaz ha sido testigo de la impresionante evolución de la zona. Lleva la friolera de 43 años trabajando en de uno de los establecimientos veteranos, Almacenes Bahía: “anteriormente esto era una algodonera… Todo esto era campo, hace 30 años… Hemos visto cambiar todo con el paso de los años, pero para mejor, afortunadamente…” .
Lo cierto es que, en el plano comercial, si a unos les llegaron las vacas flacas, otros vinieron en busca de prosperidad. En los últimos lustros se han establecido en distintas ubicaciones de la avenida de Europa varios macrobazares chinos.
(Nuestro especial agradecimiento a José Cirera, infatigable historiador de Jerez y colaborador en distintos medios, quien no ha dudado en compartir las fotografías que ilustran esta publicación, pertenecientes a su archivo personal)
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