La primera vez que leí El Príncipe, de Maquiavelo, era muy
joven, demasiado. Apenas había salido de la adolescencia y creía que debía leer
todo lo fundamental lo antes posible. En plena etapa del último franquismo
pensaba, o más bien intuía, creo que no del todo conscientemente, que la única
manera de luchar contra la dictadura era estar lo mas preparado posible. Así,
me tragué con menos de veinte años todo un clásico, anotado por Napoleón, y no
me enteré de nada. Hoy, muchos años después, demasiados, y tras haber consultado
el texto varias veces, tengo mucho mas claro lo que el gran analista del poder
quiso decir.
Sólo tomaré en cuenta aquí dos
de sus máximas más conocidas: El fin
justifica los medios y Las palabras
deben de servir para ocultar los hechos.
La primera de las ideas es la más
universalmente conocida, y fatalmente puesta en práctica por todos los
gobiernos y todos los políticos del mundo. Nunca una idea tuvo una aceptación
tal. La segunda, no es aceptada, al menos públicamente, por los políticos,
todos presumen de decir la verdad, pero es igualmente, como la anterior, puesta
en práctica de forma universal. Cuando un político dice que no va a hacer una
cosa, ya nos hemos acostumbrado todos a entender que ya está dada la orden para
que se haga.
Apliquemos estas premisas al
golpe de estado dado en el seno del Partido denominado a sí mismo como
socialista. ¿Cuándo se elimina por medio de la fuerza a un secretario general
elegido democráticamente en primarias, qué se pretende? Se dice que se intenta
evitar la desmembración de la unidad de la Patria. (Nos podemos echar a
temblar) Pero es evidente que lo que quieren es asumir el control y tomar el
poder por medios no democráticos. El para qué ya es otra cosa, que habremos de
analizar.
Hay una pregunta inevitable, que
es de suponer que estos señores y señoras habrán analizado, como no puede ser
de otra forma, en políticos con tamaña responsabilidad. Ellos y ellas intentan
imponer al resto del partido la abstención en la investidura del partido de
derechas, ahora en el banquillo acusado de corrupción, ¿pero, se dan cuenta de que van a dejar al gobierno que
gobierne en una minoría vergonzante? Ahora se van a ver perfectamente
diferenciados los poderes ejecutivo y legislativo. Se da la circunstancia de que
si las fuerzas de izquierda hacen una propuesta legislativa, van a tener poder
para obligar al ejecutivo a aceptarla, así como el hecho de que si la izquierda
se une va a estar en disposición de tirar por tierra las iniciativas del
ejecutivo de derechas. Ante esta tesitura, la pregunta es obvia: ¿con quién
votará las leyes el Partido denominado socialista, con el gobierno de la
derecha o con la oposición de izquierdas? ¿Va a dejar la oposición en manos del
otro partido de izquierdas al que tanto temen? Son preguntas que creo que se
tendrán que haber evaluado a la hora de llevar a cabo una acción que ha
destrozado el partido. ¿O no?
¿Y por cierto, qué harán con
aquellos diputados o diputadas que, en nombre del mandato del electorado, voten
no? ¿Los expulsarán del partido? ¿O es que solamente quieren expulsar a uno?
Decididamente, estoy de acuerdo
con Maquiavelo cuando dijo que el quería ir al infierno, porque allí, por lo
menos, tendría ocasión de hablar con personas inteligentes.
Estas señoras y señores,
indudablemente irán todos al cielo. No es cierto que los suicidas vayan al
infierno.