Tiene una edad de 80 años y se calcula que se plantó en la zona en la década de los 40 del siglo pasado. Ha visto muchas cosas, pero la peor es la que lleva soportando desde el año 2007: con un espacio de tan solo 3,60 x 4,35 metros, apenas puede crecer más de lo que ya ha hecho. Pero además, ese maltrato ha hecho que sus ramas y hojas se debiliten, reduciendo su majestuosidad a niveles críticos.
El magnolio de la Catedral de Sevilla es uno de los más importantes de la provincia; de hecho, está considerado como árbol singular. Pese a ello, poco importó eso cuando se decidió pavimentar aún más el suelo de alrededor de él. Ahora, más de una década después, su tronco parece más el de un ejemplar joven, que el de uno que lleva casi un siglo dando sombra a las personas que pasan por la zona de la catedral.
Con el fin de mejorar su situación, el Ayuntamiento ha sacado a licitación una obra para salvarlo. Esta obra consistirá en ampliar el alcorque, que pasará de medir 3,60 x 4,35 metros actuales, a 6 y 7 metros de ancho por 9,30 metros de largo. Para ello, se sustituirá el pavimento por tierra y nutrientes, y se anularán los canales eléctricos que se encuentran bajo el magnolio.
Asimismo, se le colocará una valla alrededor de unos 2 metros que lo mantendrán protegido, consiguiendo así que pueda recobrar fuerzas y, con ella, también vitalidad, puesto que tampoco sería bueno que las personas pisasen la tierra que lo alimenta a diario. Los motivos no son otros que los de evitar que el suelo se compacte demasiado por un lado, y que se dañen las raíces que se desarrollen justo por debajo de la superficie por otro.
¿Cuáles son las necesidades del magnolio común?
El magnolio que va a seguir dando vida a la Catedral de Sevilla es un árbol que pertenece a la especie Magnolia grandiflora. Es la única magnolia de hoja perenne que existe, y la que mejor tolera los climas cálidos. Por este motivo, es la más adecuada para países como España, donde los veranos pueden llegar a ser muy calurosos y los inviernos suaves.
Se trata de una planta de lento crecimiento que puede llegar a medir hasta 30 metros de altura. La copa es muy densa y con forma más o menos piramidal, motivo por el que sea uno de los árboles más preciados para dar sombra. Ahora bien, es muy importante que, además de suficiente espacio para poder crecer, la tierra sea ligeramente ácida, que no se encharque con demasiada facilidad y que sobre todo tenga una gran riqueza nutricional.
Además, hay que tener en cuenta que es un gran demandante de agua. Los períodos secos, especialmente si coinciden con la época más calurosa del año, provocarán daños en las raíces y, por consiguiente en sus hojas, las cuales en un principio tendrán las puntas marrones, pero si la situación no cambia podrían llegar a perderlas.
Por otro lado, una de las ventajas de tener un magnolio es que casi no tiene plagas. Es posible que alguna cochinilla o pulgón se atreva a dañar un poco su follaje, pero es una planta muy resistente. Asimismo, no necesita poda, y tolera bastante bien las temperaturas de hasta los dieciocho grados bajo cero.
Es, por lo tanto, un árbol al que se le debe de poder contemplar en todo su esplendor, ya sea en un gran jardín, o en la ciudad.
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