Parque Sandeman, los mirlos revolotean sobre nuestras cabezas, el olor de los pinos y el aroma punzante procedente de la bodega Don Gerardo embriaga nuestro caminar a suaves rachas. Nos dirigimos al monolito de George Sandeman (1765-1841).
Un escocés que decidió invertir en Jerez tras el éxito, entre la parroquia londinense, de su negocio especializado en jereces y tintillas de Rota. ¡Good, very good, Mr. George!. Aunque también le daba por vender el palo de nuestros vecinos portugueses, ese vino ancestral denominado Oporto.
El señor Sandeman fue ampliando horizontes, estableciendo la denominada The House of Sandeman sus miras en Jerez y Portugal. Los jereces de Pedro Ximénez hacían las delicias en las bocas inglesas. ¡Peazo PX vende usté, Mr. George!, le diría algún paisano suyo, causando nuestros vinos gran renombre entre sus compatriotas.
Pero no adelantemos. Su aproximación a nuestra tierra fue en primer lugar a causa efecto de suministrar sus vinos en la bodega del Cónsul James Duff. Luego, Mr. George fundó una oficina en la ciudad de la Caleta por el año 1809. Recordemos que, por aquel entonces y en plena Guerra de la Independencia, española, Jerez era más vulnerable que Cádiz para ser tomada por las fuerzas Napoleónicas. En 1822, mantuvo una asociación con José Pemartín y así, con el paso del tiempo, hasta comprar Sandeman las 800 botas de solera extraordinaria de A. Bernaldo de Quirós en 1894. Conservándose en la actualidad en esta prestigiosa Casa bodeguera una excelente y cuidada colección de Very Old Rare Sherry.
Pues justamente estamos hoy frente a su Monolito, un bloque tapado por las ramas de los pinos de alrededor, y es que al señor George no es que no le gusten los piñones, simplemente se entremezcla entre ellos a lo Tarzán. No vamos a comentar nada más de los actos vandálicos que ha sufrido esta insigne figura, pero creemos que esta personalidad merece un poco más de reconocimiento en nuestra historia cultural y patrimonial ¡Y menos mal!, que este año somos Capital del Vino...
Juzguen ustedes mismos.
Autor: Francisco José Becerra Marín (Redactor de La Sacristía del Caminante)
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