El páramo

Terreno yermo, raso y desabrigado. Esta es la acepción más corta de páramo. Y me viene a la cabeza el término porque es lo que me parece hoy el Congreso de los Diputados. Más aún, es lo que me parece la política en España. Tal vez sea un problema extendido por todo el planeta. Quizá a la política se incorporan gentes que no tienen la capacidad o la formación necesarias. Es difícil encontrar perfiles de nivel, de estadistas, de hombres o mujeres con sentido de estado. No digo que no los haya, pero son habas contadas. Y así, lo que prevalece, lo que predomina son gentes que a menudo no han hecho otra cosa más que estar en política y vivir de la cosa pública. 

Ser un profesional de la política tiene sin duda efectos perniciosos. Uno se acostumbra a la comodidad de un partido, al abrigo de unas siglas que se defienden con uñas y dientes… Uno se habitúa a ser un soldado que, con suerte, medrará con el tiempo y podría llegar a teniente, capitán o incluso comandante, vaya usted a saber. Va a depender de cómo se jueguen las cartas.

En la carrera política española tenemos muchísimos ejemplos de vividores de la política, habría para varios libros. ¿Recuerda a Bibiana Aído? Se hizo famosa por utilizar el término "miembra" cuando era Ministra de Igualdad con Zapatero, entre 2008 y 2010. Ya por entonces empezábamos a trastear el lenguaje "inclusivo" para reparar la "larga opresión machista de la sociedad del heteropatriacardo". Esta frase póngala en boca de una activista del feminismo que seguro que acierta. Decía que Aído era un ejemplo de cómo hacer carrera política. Nacida en Alcalá de los Gazules (Cádiz) en 1977, a sus tiernos 16 años se introdujo en las Juventudes Socialistas y con 22 se afilió al PSOE. Licenciada en Administración y Dirección de empresas, su experiencia profesional, al margen de lo público, se reduce a un par de años en Unicaja y Caja San Fernando. Con 25 años se pasó al ámbito institucional/público y comenzó su fulgurante carrera política. Un histórico del socialismo andaluz, Alfonso Perales, ya fallecido, fue su gran valedor. Y la niña de sus ojos llegó a Ministra de Igualdad. Desde 2011 y hasta 2017, nuestra amiga Aído vivió y trabajó en Nueva York, en la ONU ni más ni menos. Fue directora ejecutiva en la Agencia de Naciones Unidas para la mujer. Desde hace tres años es representante de ONU Mujeres en Ecuador. No está mal, ¿verdad? Ella seguro que está encantada con su carrera política internacional. ¿Más ejemplos? Hay dos recientes de actualidad como el caso de Pepe Blanco y José Montilla, también del PSOE que además han introducido la variable de las puertas giratorias, ya sabe, el paso de viejos políticos a empresas semi privadas, como ENAGAS, convirtiéndose en consejeros con nómina de alto ejecutivo. El paso de expolíticos a determinadas empresas privadas energéticas o en sectores regulados por los Gobiernos, es costumbre que no entiende de siglas (José María Aznar, Felipe González, Ángel Acebes, Josep Borrell, Luis de Guindos).

Pero bueno, ¡Pepiño Blanco y Montilla son expertos en materia gasística! Ah, no. Perdón, que de eso no saben. Pero ya aprenderán con el tiempo libre que tendrán asistiendo de vez en cuando a algún Consejo de Administración. ENAGAS es una compañía con solo un 5% de participación pública y ha trascendido que más de la mitad de su Consejo estará formado por expolíticos con un “modesto” salario de 160 mil euros al año. Así que sí, puede salir a cuenta eso de meterse en política. Es todo un negocio lleno de prebendas, de ahí que algún exprofesor universitario temporal denominara casta a la clase política. Pero qué poco basta para que los principios se retuerzan, ¿no es cierto? 

En política debería estar lo mejor de cada casa y no la mediocridad que acompaña al servilismo. El ejercicio de la política debería limitarse porque eternizarse favorece la creación de redes clientelares y corruptelas. La política debería ser un servicio público, un gesto solidario efímero con el resto de los ciudadanos, y no un estilo de vida sempiterno repleto de privilegios y ventajas. No sé cuántos profesionales de la política hay en España en la actualidad pero no debería haber ni uno. Porque la profesionalización de la política es la gran lacra que se debería erradicar.