Ya hace más de una década que el pianista Joaquín Achúcarro confesara su deseo de "llegar como Rubinstein a los 90 años y seguir tocando". Y poco le falta para cumplirlo pues, a punto de ser nonagenario, todavía sigue paseando su maestría como pianista por los más diversos escenarios. Y demostrando una energía y presencia física de nivel como meses atrás pudo apreciarse en el Auditorio Nacional al interpretar la 'Tercera sonata' de Brahms, tal y como asegura alguna crítica sobre este concierto celebrado en la capital. En el Teatro Villamarta, este sábado 19 de marzo (20:00 horas) el maestro Achúcarro no tocará ninguna pieza de Brahms, pero sí podrá mostrar su plenitud de facultades y su talento habitual en un variado programa que incluye obras de Chopin, Listz, Granados, Albéniz, Rachmaninoff y Scriabin.
En su primera parte, el concierto del pianista bilbaíno está dedicado a F. Chopin, considerado uno de los mayores representantes del Romanticismo musical. Del compositor polaco hará sonar la 'Fantasía-Impromptu Op. 66 en Do sostenido menor' y la 'Sonata núm. 3 en Si menor, Op. 58'.
El estilo propio del romanticismo acompañará los compases iniciales de la segunda parte a través de la música de Listz. Concretamente, Achúcarro abordará 'Valse Oubliée núm. 1' y 'Nocturno núm. 3: sueño de amor' de este destacado representante de la Nueva Escuela Alemana.
Tras esta pieza de Listz, se adentrará en algunas de las páginas musicales más brillantes de dos compositores españoles. Se trata de las piezas 'Quejas, o la maja y el ruiseñor', perteneciente a 'Goyescas' de E. Granados; y 'El Puerto' de 'Iberia' de I. Albéniz. Finalizará el concierto con dos compositores rusos de la talla de S. Rachmaniff ('Preludios núm. 1 y 2') y A. Scriabin ('Estudios núm. 1 y 2').
En una reciente entrevista Joaquín Achúcarro confesaba que todavía vive en "un estado de adicción" respecto al piano y no piensa en retirarse. Para el intérprete, que ha recorrido las salas de conciertos de 63 países, el piano viene a ser "como una droga" y su estudio requiere al menos "seis horas diarias", algo que a veces no puede cumplir cuando está de viaje entre recital y recital. Y él, como mínimo, procura sentarse frente al instrumento que ha marcado su vida cuatro horas al día.
Trayectoria artística
El ganar en 1959 el Concurso Internacional de Liverpool supuso el principio de una carrera artística considerada "impecable y modélica" por la prensa internacional. De hecho, algún periódico norteamericano ha definido a Achúcarro como "el consumado artista" y la revista francesa Diapson incluyó una grabación suya entre los 100 discos más importantes de piano de todos los tiempos.
Su amplia trayectoria artística -que acumula más de 70 años- se ha visto recompensada, además, por prestigiosos premios nacionales e internacionales. En nuestro país, ha recibido los más altos honores: Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, Premio Nacional de Música y la Gran Cruz del Mérito Civil. En el año 2000 fue nombrado Artista por la Paz por la UNESCO en París en reconocimiento a su "extraordinaria labor artística". La Fundación Joaquín Achúcarro fue creada en 2008 en Dallas por un grupo de personas e instituciones "para perpetuar su legado artístico y docente", ayudando a jóvenes pianistas alumnos suyos, en el comienzo de sus carreras.
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