En esa fuente inagotable de enseñanzas para el ser humano, y más
concretamente para el homo hispanicus, que
son las Pinturas negras de nuestro genial Goya, encontramos una penetrante
reflexión sobre la conducta humana en la composición que se ha dado en llamar La romería de San Isidro. En ella puede
verse una serpenteante multitud que se prolonga hasta la línea del horizonte,
que va siguiendo a dos ciegos, que los conducen. Uno de ellos, tañendo una
guitarra abre desaforadamente la boca, entonando las típicas canciones de
ciego. El otro, que se apoya en un cayado, camina resueltamente, dirigiendo a
la multitud, que obediente le sigue, en tanto aproxima su mano al mentón, en el
típico gesto de meditación, como si las decisiones y el camino que toma, haya
sido objeto de profundos pensamientos. La muchedumbre, compuesta por personajes
de diferente calaña y pelaje, parece aguardar las decisiones del ciego, como si
se tratara de la providencia divina. La pintura está haciendo referencia al
cuento o leyenda que refiere como quien sigue a un ciego, acaba precipitándose
al precipicio, sin remisión, aludiendo a los dirigentes, comenzando por la
monarquía, que regía los designios del país en tiempos de don Francisco.
Algo semejante parece haber sucedido entre las filas del PSOE en las
pasadas primarias, celebradas el pasado domingo. Todo el aparato del partido,
después de defenestrar al secretario general, elegido previamente en unas
primarias democráticas, se arrogaron el dudoso título de dirigentes natos y
detentadores de la verdad absoluta, capaces de llevar al partido por el buen
camino hacia ninguna parte, (o tal vez no). La vieja guardia, controladora del
partido, encabezada por Felipe González y sus acólitos, hicieron oír su voz
profunda, invocando una autoridad generada en unos años de dudosa política,
pero de bonanza económica, haciendo sentir su deseo de que el único camino
posible era el de la derecha, comenzado muchos años atrás. Para llevar a cabo
sus designios eligieron a una mujer, ambiciosa, pero carente de inteligencia
política, que creyó, o tal vez le hicieron creer, que el fracaso no era
posible, amparada como estaba por la omnipotente cúpula del partido, bajo cuya
sombra todo era posible.
Por otro lado, los medios de comunicación, encabezados por el grupo
Prisa, lanzó una campaña mediática dirigiendo la opinión del electorado
socialista hacia los postulados más derechistas.
A pesar de todo, y aunque parezca increíble, la candidata, cuya
prepotencia y poca inteligencia política le impidió ver la realidad, salió
derrotada por unas bases que,
desoyendo el mandato cuasi divino de sus líderes naturales, elegidos por alguna
divinidad cercana al IBEX 35, decidió elegir, o mejor dicho, reelegir, al
depuesto y anatematizado Pedro Sánchez, acusado de todo y causante de todos los
males, incluidos los causados por la expulsión del Paraíso de Adán y Eva.
No se si este hombre será la solución a los males de un partido que se
viene desangrando desde hace tiempo. Es cierto que ha cometido errores, muchos
y muy graves, algunos, creo, condicionados por el aparato del partido. Dice que
ha aprendido. Espero que así sea. Lo que parece evidente es que se ha dado
cuenta de algunas cosas: En primer lugar, que el otro partido surgido en la
izquierda, no es flor de un día, sino que con una fuerza de más de cinco millones
de votos, ha venido para quedarse. Otra cosa que parece haber aprendido es que
si al final se va a gobernar con la derecha, lo mejor es votarla directamente.
Las bases no perdonan la abstención para dejar gobernar al partido más corrupto
de Europa. Y la tercera cosa que parece tener clara, o al menos eso dice, es
que España es una nación de naciones, premisa antes aceptada y asimilada por el
partido y ahora totalmente proscrita. No parece que estas ideas, hayan sido
aceptadas de buen grado por la vieja cúpula del partido, algunos de cuyos
miembros se han apresurado a darse de baja. (Eso es democracia. O piensas como
yo, o me voy)
Repito, no se si Pedro Sánchez es la solución, o si le van a dejar
dirigir el partido. Las zancadillas empiezan ya a ser visibles. Pero lo que es
necesario, por la salud democrática de este país, es que ese viejo partido
socialista encuentre una línea ideológica y un camino dentro de la izquierda,
abandonando la peligrosa deriva en que se halla. Es el momento de una refundación.
Afortunadamente parece que la muchedumbre ha dejado de seguir a los
ciegos.