Es mi trabajo...

Soy policía y he estado de servicio esta mañana. Iba a parar a una persona que venia andando, pero me di cuenta que iba a entrar en una farmacia... La Ley lo permite. Iba a parar a una señora pero iba con el carro de la compra en dirección al supermercado... La Ley, lo permite.

Iba a parar a otro señor pero justo entró en el banco; La Ley lo permite  Luego vi a un chaval caminar entre los coches y dije “¡Este! Este se ha saltado el confinamiento”, pero cuando le di la vuelta a los coches me fijé q iba con su perro paseándolo, y la Ley lo permite. 

Luego vi a tres personas juntas. Eso sí que no se puede... Pero al acercarme vi que era un padre y sus dos hijos,  lo cual desde el domingo está permitido por la Ley.

He tratado de que la gente mantenga las distancias en las largas colas de los supermercados, acercándome a ellos e informándoles. He tratado de estar en todos los lugares a la vez, ser omnipresente. Incluso he pensado vigilar desde una azotea todos los movimientos de cada persona que sale a la calle, pero justo en ese momento me ha comisionado mi sala porque había una discusión familiar en un domicilio. Y claro, somos varias patrullas para una ciudad de miles habitantes... 

También he pensado llevar un cronómetro, para controlar a todos y cada uno de los niños que salen a la calle y que no estén más de una hora. He pensado en utilizar el del móvil, pero cuando llevaba 10 minutos, otra vez me va vuelto a comisionar mi sala operativa por un problema en un edificio.

En fin, he acabado la jornada después de estar toda la mañana cruzándome con personas que tenían algo que hacer... y que la Ley se lo permite. Y llevando a cabo servicios como discusiones  familiares o problemas vecinales donde tengo que acercarme a personas, hablar con ellas, interrogarlas, sin saber si están contagiados por el coronavirus, muchas no portan ningún tipo de protección o mascarilla.

Llevo mi uniforme gastado de lavarlo tantas veces, justo después de cada jornada. Llevo guantes que nos han donado en la Gasolinera y llevo una mascarilla que me ha confeccionado mi madre con tela. Me desnudo en la puerta de mi casa para tratar de no infectar a mi familia (pareja e hijos) que me esperan con ganas de abrazarme, pero de manera instintiva grito “¡No!” y ellos se quedan inmediatamente parados. Con cara resignada pero comprensivos me lanzan un beso desde la distancia.

La policía está siempre ahí... Tal vez no podamos estar al mismo tiempo en todas las calles y barrios, pero confiábamos que después de 22.000 muertos la gente iba a ser un poco más prudente... Que no tendríamos que estar sancionando una y otra vez por incumplimientos del estado de alarma. Porque no te puedes imaginar lo que nos pitan los oídos cuando informamos a un ciudadano que vamos a ponerle una multa porque está prohibido ir a dar un paseo para ver a un amigo. Y puedo asegurar que yo concretamente no tengo ninguna gana, pero en esta ocasión, esas sanciones pueden evitar muertes. En fin, es mi trabajo.

Voy a lavar el uniforme. Mañana me espera otro gran día. Ya les he quitado las arrugas a la camisa y el pantalón; las de mi cara no puedo borrarlas por culpa del imsonio. Son gajes del oficio. Un saludo a todos. Cuidaros mucho y sed responsables.