Caminamos hacia un nuevo 8 de marzo en el que miles, millones de mujeres, están llamadas a la huelga y a tomar las calles. Piden una igualdad real y plena, que se termine con la feminización de la pobreza, libertad para decidir sobre sus cuerpos, exigir más protección contra la violencia machista, concienciar sobre qué se puede considerar como tal o derribar los roles y estereotipos de género.
El feminismo es un movimiento muy amplio y transversal, que tiene diferentes corrientes dentro del mismo. Se puede estar más o menos de acuerdo con ciertos postulados, se pueden entrar en debates enriquecedores (y apasionados, en algunos casos) sobre algunas de sus reivindicaciones. Pero es verdad que nos ha hecho replantearnos algunas cuestiones aprehendidas en el seno de una cultura y una educación concretas.
El movimiento exhorta a las mujeres a que vivan su sexualidad de otra manera, sin culparse. Llama a la sororidad para que dejen de juzgarse entre ellas y suelten el lastre de una misoginia sutil muy interiorizada. Invita a que se valoren y se vean como personas independientes y capaces, libres y empoderadas.
En el plano del amor y de las relaciones de pareja, también nos ha hecho plantearnos la idea del amor romántico, del hombre como galán protector y de la mujer como eterna princesa que necesita ser cuidada y rescatada.
Deshaciendo el ideal de amor romántico
El feminismo contempla el amor como una construcción cultural en la tienen un papel destacado los estereotipos de género, que contribuyen a la desigualdad. El relato que comentábamos, el de la mujer como flor delicada o como dama sumisa que necesita la protección de un hombre, primero su padre y luego su marido, se ha naturalizado. Lo han reproducido la publicidad y los grandes medios de comunicación, como el cine, incluyendo en este último apartado al cine infantil. Kate Millet, feminista estadounidense, decía que el amor se había convertido en el opio de las mujeres, y que mientras ellas ponían al amor en el centro de sus vidas, ellos gobernaba.
A lo largo de la historia, las mujeres han sido educadas para encontrar un marido, casarse y tener hijos, y aún hoy la gran aspiración de muchas es encontrar al hombre de su vida y celebrar una boda de ensueño. Aunque sean respetables las aspiraciones de cada cual, ellas, y también ellos, deberían aprender a quererse a sí mismas primero, a poder vivir solas e independientes.
Es necesario instar en todo caso, al sentido común, porque no se trata de condenar el amor romántico en todas sus formas ni de identificar cualquier gesto público o “tradicional” de amor con el mismo amor romántico.Alguien puede buscar en frasesbonitas.online algo que considere que va a gustar a su pareja, aunque en frasesbonitas.online también se puede encontrar inspiración para escribir a amigos o familiares. Que alguien dedique unos minutos de su tiempo a buscar algo que escribir, a copiarlo tal cual o darle algo de forma desde frasesbonitas.online y a escribirlo en el estado de WhatsApp o en el muro de Facebook, es un detalle que se puede valorar. Como cuando te felicitan el cumpleaños.
¿Caminamos hacia el poliamor?
Es inevitable sentir atracción y deseo hacia otras personas cuando se está en una relación de pareja estable y basada en la monogamia, que no deja de ser otra cuestión cultural. Lo de loventine y las citas por internet no tienen solo que ver con buscar pareja, sino con un deseo de experimentar, de explorar. Y eso es natural.
Hay quien considera que la monogamia es una fórmula de amor posesiva, nacida del mismo patriarcado, y perjudicial, sobre todo, para las mujeres. De hecho, no hay más que remontarse a unas generaciones atrás (y no muchas) para visualizar ese papel de hombre que disfrutaba de aventuras extramatrimoniales, que tenía una o varias amantes con impunidad, mientras su esposa se quedaba en casa cuidando de los niños y de la casa. Si lo hacía él, era normal, y su comportamiento solo respondía al de un semental. Si ella era la adúltera, era una zorra. Incluso merecía ser castigada.
La monogamia impuesta, posesiva y obsesiva puede llegar a ser mortal, en el contexto de la cultura patriarcal: la mujer es vista como un objeto de posesión del hombre, y este puede emplear la fuerza para hacer valer su posición y “ubicar” a la mujer en el suyo. No hay más que remitirse a al violencia machista, que tiene más explicaciones que la dicotomía monogamia / poliamor.
Solo desde una óptica feminista, por lo tanto, se puede renunciar a la monogamia en el seno de una pareja, pero también con una visión feminista se debería elegir la monogamia no patriarcal. Las mujeres todavía sufren el estigma del estereotipo, sobre todo en ciertos contextos sociales, cuando decide ser poliamorosa. Para muchos/as, es cuestión de ponerse las gafas moradas.
Vivir libremente la sexualidad
Liberarse de roles y estereotipos implica libertad, y esta beneficia a ambos géneros. Con libertad, entre otras cosas, se empieza a vivir la sexualidad de otra manera.
Moderna de Pueblo, ilustradora feminista, recogió en una de sus ilustraciones el testimonio de una de sus seguidoras, que contaba que su novio la había dejado después de descubrir uno de sus juguetes sexuales, y considerar que solo él podía hacerla feliz en el sexo. Las mentes poco abiertas en lo que a sexualidad se refiere, o cuyo ego está demasiado crecido, no asumen que un sex shop pueda proporcionar experiencias satisfactorias en soledad.
El movimiento feminista reivindica una educación sexual que sea igualitaria e inclusiva, que incluya la perspectiva de género para desechar estereotipos y que eduque en la diversidad, tanto en orientaciones sexuales como en identidad de género. Y lamenta que el acceso que tienen los jóvenes a toda esta información sea a través de un porno que, en gran parte, no solo no libra a la mujer de sus roles asignados, sino que resulta denigrante.
Esta semana de huelga feminista, los sueños premonitorios apuntan a la igualdad y a la libertad, a soñar con un mundo más justo. Pero cuando lo sueños son derechos, se deben reivindicar.
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