Indigentes mentales

Todas las opiniones son respetables. Esta aseveración parece indiscutible pero no lo es. Porque no toda opinión merece ser respetada. En nuestra moderna sociedad occidental, democrática, plena de derechos, igualitaria, solidaria y bla, bla, bla…cualquier hijo de vecino es capaz de expresar reflexiones y difundirlas a través del maravilloso e infinito universo virtual. El mundo digital tiene la curiosa perversión de poder catapultar a la fama a seres infames con escaso nivel intelectual. Así, podemos encontrarnos con personajes que han alcanzado cierta popularidad protagonizando vídeos en los que se presentan diciendo "hola, cachos de mierda". Tampoco resulta extraño que se dirija a su ¿inteligente? público de tal modo ya que ella se autodenomina "pringada". El personaje al que hago referencia se llama Esty Quesada y ha hecho de su aspecto físico su leitmotiv. Y tiene mérito que, diciendo chorradas y mostrando una imagen, como poco excéntrica, esta joven cuente con más de 300 mil seguidores en su cuenta de YouTube. Su notoriedad virtual la ha llevado hasta la televisión donde compartió cartel con un gran actor como Javier Cámara en una serie cómica llamada 'Vota a Juan'. Aquello podía considerarse lo que se conoce por cameo, porque la pobre se parece a una actriz sólo en el blanco de los ojos así que, básicamente, hizo de sí misma. También ha protagonizado un programa de viajes con la presentadora Nuria Roca en el que también hizo de sí misma, que es lo único que puede hacer, visto lo visto

La "pringada" ha empezado a trascender el espacio virtual de las redes, su nicho natural, y ya aparece en otros escenarios y en medios de comunicación convencionales que dan pábulo a sus peculiares reflexiones, por calificarlas de manera amable. No hace mucho, en marzo pasado, participó en la entrega de los premios de teatro Feroz. No sé a quién se le ocurrió la feliz idea de invitar a esta chica a participar en la velada y ofrecer un supuesto monólogo de humor. De gracejo anda más bien corta. Desconozco cuánto tuvo que ver ella en la confección de su guion, pero en cualquier caso tuvo que contar con su aquiescencia. La tal Esty es vasca y se permitió hacer chanza con el terrorismo de ETA porque, según dijo, solo un vasco tiene derecho y licencia para hacer chistes sobre un terrorismo que, como sabemos, afectó durante más de 50 años a toda la sociedad española y no solo a la vasca. Su intervención, absolutamente patética a mi juicio y sin la menor gracia, es posible que resulte ofensiva salvo para quienes sostienen que el humor no debe tener límites, que la libertad de expresión y el mal gusto están por encima, o por delante y que el problema lo tienen quienes se ofenden. La lucida actuación está accesible en la red así que puede juzgar usted mismo. Le reto a que tenga bemoles y paciencia y si no tiene nada mejor que hacer vea los poco más de seis minutos que la joven estuvo sobre el escenario.

El problema de la indigencia mental es que no es un patrimonio exclusivo ni poco habitual. Abunda en nuestro terruño y no solo aflora desde el espacio virtual. En la política tenemos especímenes que destilan residuos verbales y no son pocos, precisamente. Hay un tipo que parece empeñado en hacer honor a su apellido. Rufián es nacionalista catalán y tiene tan solo 39 años. Desde hace seis es diputado nacional por Esquerra Republicana de Cataluña. Es hijo y nieto de andaluces, pero nació en Santa Coloma de Gramanet y se ve que esa circunstancia marcó su devenir independentista, vaya usted a saber porqué. Este joven, que a menudo se despacha con impostada altanería, estúpida soberbia y burda demagogia en el hemiciclo, ahora también se ha pasado al periodismo. Porque él lo vale, claro que sí. Empezó en 2019 con su personal espacio de entrevistas llamado 'La Fábrica' que se graba en una antigua fábrica, qué originales que son. Pocos sabían de su iniciativa entrevistadora, por donde han ido desfilando personajes de variado pelaje, hasta que días atrás entrevistó a la "pringada", porque ella lo vale, claro que sí. Los antecedentes de la muchacha la convertían en personaje digno de ser escuchado, según el sesudo criterio de Don Rufián. Al ser preguntada por un partido como Vox la chica se despachó diciendo que lo que había que hacer era matar. Añadió que matar está mal pero que a veces no lo está tanto. En fin, poco más que añadir señoría Rufián. El propio político y sus acólitos ya se han percatado de lo inapropiado de emitir semejante chifladura, han pedido disculpas a quien se haya sentido ofendido y han eliminado la entrevista del canal. Se escudan en la libertad de expresión y eluden su responsabilidad por lo que dijo la "pringada", pero deberían recordar que podrían haber editado el programa y evitar la barbaridad. Lo cómodo ahora es pedir perdón y santas pascuas. Son bomberos que provocan un incendio para luego sofocarlo educadamente, faltaría más. 

Acampar en la trinchera mediática o periodística –a menudo convertida en estercolero pestilente– mientras se está en política o después de probar sus mieles es muy habitual. Carmen Calvo, Jose Luis Abalos o el ex político coletero Iglesias ya están desfilando por ruedos mediáticos sin pudor. Tienen derecho, cómo no, a la libertad de expresión. Quieren seguir pregonando sus reflexiones ideológicas. Iglesias ha ido un paso más allá y tiene hasta tribunas de opinión escritas. Le acogen periódicos como Gara, diario vasco de clara línea editorial nacionalista, o medios digitales como 'Contexto y Acción' donde nuestro flamante ex vicepresidente ya se ha estrenado con un artículo titulado 'Y si gobernaran PP y VOX'. La foto para ilustrar su extraordinaria -es ironía- reflexión ideológica muestra una pistola Luger, arma utilizada por los oficiales de la Alemania nazi. La imagen ha sido trucada para que aparezcan sobre el arma los logos de PP y VOX. Le invito a leer las disquisiciones de Iglesias para que saque usted sus propias conclusiones, aunque la imagen de portada ya señala cuál es la deriva del texto.

En nuestros días, la indigencia mental se ha extendido como una mancha de aceite oscura, pringosa y peligrosa. Hemos de cuidarnos mucho de dejarnos salpicar por esa diarrea dialéctica que, tristemente, se ha convertido para algunos en un negocio más que rentable.