Los negacionistas no son solo aquellos que niegan que existe el COVID-19 o que se contagia sin mascarillas, hay otro virus que también se extiende por el mundo, más lentamente pero sin pausas y que causa daños irreparables en la sociedad y en las economías de los países. Se llama socialcomunismo, o como lo llamó Hugo Chávez, "Socialismo del Siglo XXI" y que ha dado cabida a los radicalismos, lo seguimos negando pero es un hecho.
Llegó a España a partir del de aquel famoso 15-M en el año 2011. Aquellas manifestaciones fueron el momento de gloria para los asesores del chavismo. En ese momento empezó el discurso del odio y el resentimiento, que con los años han logrado sembrar en la población sentimientos que no existían desde tiempos de la posguerra. Como siempre pienso, "éramos felices y no lo sabíamos"; no odiábamos, vivíamos en completa concordia, unos del PSOE y otros del PP, algunos de Izquierda Unida, otros de UPYD, pero al final todos amigos, sin insultos, sin señalar a tu hermano o a tu amigo por su forma de pensar, sin ofender, sin pelear, sin odiar.
España empieza a reaccionar como ya lo imaginábamos. En las ultimas elecciones el socialcomunismo (incluidos los grupos de extrema izquierda) jugaron con los sentimientos y el miedo del pueblo, por la posible llegada de la extrema derecha al Gobierno, cosa que era inminente pues la Ley Electoral les ha dado cabida a todos en el Parlamento (no olvidemos la presencia de los proetarras, los independentistas y antiespañoles) Si hubiesen elecciones hoy, en vez de votar con sentimientos de miedo, votaríamos con resentimientos y odio. La sociedad española ha tomado este rumbo, después de tener en el Gobierno a quien tenemos, era cuestión de tiempo esta situación, y el COVID-19 simplemente ha creado la oportunidad para afianzar el sistema que inevitablemente sigue en expansión.
Aprovechar el momento oportuno es uno de los puntos fuertes de estos movimientos radicales de izquierda que se extienden por América Latina, Estados Unidos y Europa, por lo que no me sorprenden para nada las manifestaciones de este fin de semana. Volvemos a leer el mismo guion de Venezuela, Chile, Colombia, Ecuador y Estados Unidos; generar caos, culpar a la oposición de alterar el orden y conspirar en contra del Gobierno y posteriormente detenciones que crean mártires en los bloques políticos y dividen la oposición para debilitar cualquier fuerza política que pueda entorpecer al Ejecutivo socialcomunista y evitar que se afiance el sistema. Lamentablemente la oposición cae en el juego con declaraciones como las de Santiago Abascal, en las que indica que hay más motivos que nunca para protestar en contra de este Gobierno, obviando su cuota de responsabilidad, pues no me cansaré de repetir que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no gobiernan por la fuerza de sus partidos, sino por la debilidad y la división de la oposición, a quienes Pablo Casado como líder del Partido Popular propuso unirse en la coalición España Suma, pero para algunos es mas importante el discurso de odio y división que el futuro del país.
El mismo huion, las mismas situaciones, los mismos objetivos pero con diferentes acentos. Las imágenes de las manifestaciones de este fin de semana, me recordaron los primeros años del chavismo en mi Venezuela, los años en los que me di cuenta que mi país, por falta de conocimiento, por resentimientos y por debilidad social la población caería en el juego de los que derruyeron el país con la reserva de petróleo mas grande del mundo, con una de las economías mas prosperas de Sudamérica.
No sé cuál sera el resultado, pues depende mucho de lo que aguante el pueblo, pero lo que es un hecho es que ya España está dividida en bloques de odio irreconciliables, tan fraccionados que incluso, después de la fallida y fantasiosa moción de censura, lo que quedaba de oposición se desintegró en partículas que van desde los que apoyamos la conciliación de las fuerzas demócratas hasta los más radicales, aunque la división se extiende desde los dos extremos de izquierda derecha, que por cierto, causan el mismo daño a la sociedad.
Señores, no sigamos el juego del odio, mírense en el espejo de Venezuela, recordemos que aunque los lideres del radicalismo siembran el odio en la sociedad, somos nosotros los responsables de aceptarlo. Nos jugamos el futuro del país, de la patria de nuestros hijos, la imagen de este fin de semana no nos representa, los radicales, los antisistemas, los anarquistas, no son mayorías. Los buenos somos mas, volvamos a la senda de la democracia y la concordia.
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