GRACIAS. Así, en mayúsculas. Es lo primero que quiero decir tras mi paso –más largo de lo inicialmente previsto- por el Hospital de Jerez. Gracias de todo corazón a los grandes profesionales que me han atendido -y también aguantado- durante mi estancia en el centro sanitario, al que llegué el pasado 30 de enero para ganarle la batalla a un cáncer de colon.
Al bicho le cortamos la cabeza. La operación fue un éxito. Pero la guerra aún no estaba ganada y, como en los más grandes enfrentamientos, una gota, en este caso de zumo, pudo cambiar el derrotero.
Quince días más de hospitalización y un susto importante. Y sí, fue un zumo de melocotón indebidamente suministrado a las pocas horas de la intervención de colon, lo que me las ha hecho pasar canutas. Y aquí estoy, ya en mi casa, reflexionando sobre todo lo vivido y dispuesto a dejar mi testimonio para evitar, en lo que pueda, que se vuelvan a repetir imprudencias como las que me ha llevado a estar tan malito.
Insisto en destacar la profesionalidad y la humanidad de médicos, enfermeros y demás personal sanitario del Hospital de Jerez, quienes en condiciones muchas veces duras e inapropiadas, hacen su trabajo de manera sobresaliente, teniendo que paliar, a base de su esfuerzo personal, las carencias de otros servicios mal gestionados en este centro.
¿Quién decidió darme un zumo sumamente azucarado a las pocas horas de una operación de colon? ¿Por qué no intervino el profesional nutricionista? ¿Quién se hace responsable? Quiero respuestas, para darle sentido a lo sufrido y para, como he referido antes, evitar más daño por incompetencia.
Dicho esto, quiero asimismo denunciar públicamente la situación de indefensión en la que se encuentran los enfermos ingresados en planta. Indefensión ante la falta de respeto y de educación de los cientos de personas que, como si estuvieran en una feria, invaden el espacio donde hay personas sufriendo dolores, nerviosismo, pena y angustia; donde hay gente que se está muriendo en un entorno falto de paz y tranquilidad. Señores, el Hospital no es una feria.
El Hospital es para los enfermos y como tal debe ser considerado y gestionado, estableciendo las debidas normas de respeto, con la limitación de visitas, y normas que aseguren la limpieza. Es inconcebible que se imponga más control en centros agro ganaderos, sector que conozco bien, que en el Hospital. Sabéis que para entrar en un centro de éstos hay que cumplir con unas estrictas normas que incluye gorro, bata y patucos. ¿Por qué no se toman medidas higiénicas donde hay enfermos, heridas abiertas…?
Os puedo decir que he visto cómo el aseo de los enfermos era utilizado por los visitantes, ducha incluida, que se montaban reuniones familiares en habitaciones, pasillos donde imperaba la tertulia a todo volumen, jóvenes comiendo hamburguesas y patatas fritas sentados en el suelo, y corrientes de frío polar provocadas por los fumadores que dejan abiertas las puertas exteriores de las plantas, obligando a los enfermos a andar por los pasillos en pijama y abrigo. Surrealista y muy triste.
Y también inadmisible e injusto. Por todo ello, insto a los responsables del Hospital de Jerez a que tomen medidas urgentes para proteger a los profesionales sanitarios y defender los derechos de los enfermos. Soluciones ya.
Por todo lo demás, no puedo más que dar las GRACIAS.
Salvador Pineda García. Firme defensor de la sanidad pública.