Se podría decir que la literatura es una expresión artística que relata, entre muchas otras cosas, los pensamientos del autor y las tradiciones de la época o personajes sobre los que se escribe. Si nos remontamos a los inicios de la literatura como forma de expresión, es muy común la presencia del vino, el cual, dependiendo de la época en la que nos encontremos, tiene una una simbología muy diferente; este elemento puede significar desde lo más cotidiano hasta incluso ser símbolo de cortesía o de la mismísima aristocracia, pasando por ser un elemento crucial en celebraciones de todo tipo.
Desde las primeras epopeyas literarias, las cuales narraban las aventuras del protagonista, generalmente un hombre tratado de héroe que se enfrentaba a sus miedos del día a día, podemos encontrar referencias a este tipo de bebida como elemento básico de la alimentación cotidiana. Por otra parte, muchas culturas como la egipcia consideraban que el vino era uno de los privilegios de sacerdotes, guardias y del propio faraón; mientras que en las culturas hindú, china o latina también encontramos referencias al vino, como la que aparece en el conocido poema del Cantar del Mio Cid. Sin olvidar mencionar la cultura griega donde está Dioniso, dios del vino, y en la cual nos hacen ver que esta bebida es símbolo de búsqueda de la verdad a través de la embriaguez. Ejemplo de ello son las innumerables referencias al vino en la Ilíada de Homero, como por ejemplo el funeral de Héctor, uno de los personajes principales, donde se apagan sus cenizas arrojando vino sobre ellas.
Por otro lado, una de las representaciones literarias más conocidas en nuestra cultura es la Biblia, y tanto en el Nuevo Testamento como en el Antiguo Testamento también se menciona el vino. Adán es el primero en presentarnos esta práctica y nos hace ver el vino como algo positivo, como una forma de transmitir alegría. Y es que, el vino es un símbolo que puede haber pasado muy desapercibido a lo largo de toda la historia de la literatura universal pero que, sin duda, ha estado muy presente, haciendo que la pasión por la cultura del vino en la literatura sea una realidad desde hace siglos, sobre todo, en las literaturas oriental y mediterránea, por encontrarse estas regiones en las zonas donde se cultiva la vid, arbusto del que nace la uva, fruto con el que se produce el vino.
Aunque es cierto que no se puede hablar de literatura universal sin mencionar al autor más importante de lengua inglesa de todos los tiempos: William Shakespeare; también muy involucrado en la cultura del vino. Shakespeare no solo ha recibido influencia externa para crear sus obras, sino que, además, el escritor inglés ha influido en los campos más inesperados como lo es el del sector del juego. Y así lo ha contado Robert Woolley quien asegura haber obtenido lecciones útiles para el famoso juego de póker a través de Medida por medida, una de las obras del autor. Las lecciones vienen en forma de citas con mensajes subliminales que pueden ayudar a un jugador a seguir una mejor estrategia como: "Nuestras dudas son nuestros traidores" o "Hay que coger lo que se ve, lo que no, hay que pisarlo y no pensarlo más"
Pero, volviendo a Shakespeare y su relación con el vino, es interesante señalar su vínculo con el vino de Jerez. Pero ¿qué conexión hay entre William Shakespeare y el vino de Jerez? Pues bien, no es otra que la pasión del dramaturgo por el vino de esta tierra. Esta predilección es de tal magnitud que la menciona hasta en ocho de sus obras. No obstante, las referencias más importantes hacia la bebida de esta región las hace a través del personaje de Falstaff que aparece en obras como Enrique IV. Este personaje representa la vida misma, con un carácter festivo, cobardón y vanidoso y hace referencia al propio vino de Jerez en el final de un monólogo dirigido al príncipe Harry para darle ánimos antes de una batalla. Esta mención está considerada como el elogio más conocido de la literatura universal hacia este vino andaluz pues la palabra Jerez, refiriéndose al vino, es mencionada varias veces a lo largo de todo el monólogo. He aquí un ejemplo:
Y esta valentía viene del jerez, pues la destreza con las armas no es nada sin el jerez (que es la que la acciona) […] Si yo tuviera mil hijos, el primer principio humano que les enseñaría sería el de abjurar de las bebidas flojas y entregarse al jerez.
William Shakespeare, Enrique IV (1597)
No solo es importante el vino de Jerez en la literatura universal de la mano de William Shakespeare, sino que también lo es en nuestra literatura nacional. Aunque la referencia a este vino es más temprana en las obras de Shakespeare, el vino de Jerez cobra una gran importancia en la literatura española a partir de finales del siglo XIX y durante todo el siglo XX. “Vino, sentimiento, guitarra y poesía hacen los cantares de la patria mía” narraba a modo de poesía Manuel Machado en Los Cantares refiriéndose a la tierra de Andalucía. También, ya en 2001, el poeta José Luis Tejada menciona “el mejor vino del mundo” en su obra Lugar Fecundo aludiendo al vino de Jerez.
En la literatura hispana de estos siglos, el vino era símbolo de la burguesía andaluza por ser estos los dueños de las bodegas. Gracias a la transparencia de la literatura, su realidad y la mención en obras como las anteriormente citadas, los lectores y, sobre todo, las clases más bajas de la sociedad española, tenían la oportunidad de adentrarse en esta parte de la cultura andaluza tan protegida y hermética. De hecho, autores como Vicente Blasco Ibáñez fueron cruciales en este tema gracias a su postura reivindicativa a través de las denuncias sociales de sus obras. Un buen ejemplo de ello lo encontramos en Las Bodegas, donde el autor hace una gran crítica y expone la realidad de la burguesía de su época. En esta obra nos deja ver que la realidad del éxito de las bodegas no era gracias al mérito de la labor de los burgueses, sino al duro trabajo al que estaban expuestos los inmigrantes que faenaban en el campo. La publicación de Las Bodegas causó tal revuelo entre la sociedad, que los propios burgueses se plantearon comprar todas las copias publicadas para poder seguir con el hermetismo que caracterizaba a las clases altas.
En definitiva, la literatura y el vino han tenido una relación tan estrecha desde sus comienzos que no debe pasar desapercibida. Es más, debemos agradecer a los autores nacionales e internacionales su apuesta por el vino de Jerez ya que ha permitido que, aunque de manera discreta, se haya dado a conocer en muchas partes del mundo más allá de nuestra región.
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