Las FCSE echan un pulso al Gobierno: ''Estamos hartos''

El pasado 16 de julio un hombre atacó a varios policías con un cuchillo en la mano. Tras el suceso, la agrupación profesional de Guardias Civiles Jucil ha enviado un comunicado para denunciar la precariedad que sufren los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado cada vez que salen a ejercer su función a la calle. 

El comunicado íntegro dice así: 

La vida de un Guardia Civil o de un Policía Nacional no vale absolutamente nada o, al menos, no vale para los poderes públicos.

¿Cuántas viudas o viudos, cuántos huérfanos necesita este Gobierno para dotar a sus Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado de material de autoprotección para sus agentes?

¿Saben los ciudadanos que las personas que velan por su seguridad ni siquiera tienen material personal de autoprotección para salvaguardar su propia vida?

¿Saben los organismos europeos, las instituciones, los ciudadanos de otros países que España está en Alerta 4 Antiterrorista y que la seguridad de todo un país depende de agentes que se juegan la vida doblemente por no disponer del material necesario para proteger y protegerse en el ejercicio de sus funciones?

¿Por qué las policías del Estado español están totalmente desamparadas por sus gobernantes y todo el mundo mira para otro lado?

Estamos hartos. Hartos de portar féretros, hartos de poner el hombro para que lloren otros, hartos de salir a la calle a jugarnos la vida por los demás sin que nadie mire por nosotros.

No somos como el resto de funcionarios, nosotros nos jugamos la vida cada vez que salimos a la calle.

El ataque sufrido días atrás por una compañera de la Policía Nacional durante una intervención en el madrileño barrio de Carabanchel muestra, una vez más, el peligro que corremos cada día. Evidentemente, asumimos esos riesgos, pero necesitamos la dotación de medios de seguridad que se nos están negando.

En este caso, el chaleco antibalas que salvó la vida de nuestra compañera no era de dotación, sino que fue adquirido y costeado por ella. Situación ésta que se repite todo el territorio nacional, siendo muchos los agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado los que optan -si se lo pueden permitir económicamente- por pagarse ellos mismos los medios de autoprotección adecuados que les permitan regresar sanos y salvos con sus familias al finalizar cada servicio.

Aún más sangrante es el caso de la Guardia Civil, pues, si un agente decide comprarse un chaleco que no sea de dotación por la Institución se expone a una sanción disciplinaria. Entonces, ¿qué hacemos?  ¿Dejamos que nos maten o nos arriesgamos a que nos sancionen? Sí, es así de triste.

Ésta es la cruda realidad a la que cada día nos vemos sometidos miles de agentes por la dejadez y el olvido sistemáticos que sufrimos por parte de la clase política.

A ello hay que añadir la falta de apoyo institucional cuando un compañero se ve un curso en un problema derivado de una intervención. No se tienen en cuenta que, casi cada día, en décimas de segundo se toman decisiones de las que dependen tanto la seguridad de los ciudadanos como la integridad física del propio agente. Se cuestionan estas actuaciones y son objeto de una crítica extrema e injustificada por parte de quienes deberían apoyar y defender a sus fuerzas y Cuerpos de Seguridad.

Ayer nuestros compañeros pudieron volver a casa, pero ¿mañana? ¿Tendremos que volver a lamentarnos de una pérdida humana? ¿Acaso nuestra vida vale menos que la de un político con escolta o de un ciudadano de a pie?

Desde Jucil vamos a trabajar sin descanso hasta que cada agente que inicie su servicio lo haga con los medios de autoprotección adecuados, tales como chalecos antibalas, fundas antihurto o armas no letales. Y también para que se sienta respaldado con la protección jurídica necesaria para el desarrollo de sus funciones.

No queremos medallas a título póstumo, no queremos fotos con cargos públicos o altos mandos de administraciones en funerales con las familias de nuestros compañeros fallecidos por cumplir con su deber. No queremos reconocimientos, queremos vivir y queremos que nuestras familias vivan tranquilas.