Parece a todas luces evidente que el tema catalán ha dejado de ser noticia,
al menos de primera página, desde hace algunas fechas. Sin embargo, hay un
interés en seguir manteniendo la atención en algo que hace tiempo que la gran
mayoría de los españoles ha dejado de seguir con un interés como el que se
vivió en algún momento.
No entiendo cómo se puede seguir haciendo eco la prensa de algunas
manifestaciones ce los políticos, que en sí mismas son un contrasentido.
Pongamos como ejemplo las declaraciones de Marta Rovira diciendo que no han
seguido con la independencia por el aviso del gobierno central de que iba a
haber un baño de sangre en las calles. Si eso es así, no se entiende como a
pesar de la advertencia, teniendo el president en su mano el convocar
elecciones, se vuelve atrás en sus palabras y opta por la declaración de
independencia. ¿Es que acaso el govern de la Generalitat quería un baño de
sangre?
Estamos donde ambas partes, Gobierno y Generalitat, querían que
estuviéramos. Y lo han conseguido. Unos quería la imposición del 155 para usar
la baza del victimismo, obviamente buscado y propiciado por una mala gestión
del Gobierno central el 1 de octubre, y los otros querían igualmente la
imposición del 155 para erigirse en salvadores de la patria. Nunca antes en
ningún acontecimiento del país se han visto tantas banderas de España como
ahora. Unos buscan la mayoría en las elecciones del 21 de diciembre, y los
otros, cuya legislatura está a todas luces agotada, buscan la mayoría en las
elecciones que sin dudarlo se convocarán una vez pasen las catalanas. Parece ser
que a ninguno le interesa cual puede ser la posible solución a partir del día
22 de diciembre, y que no van a ser las elecciones. Habrá que sentarse a buscar
un nuevo encaje de Cataluña dentro de un Estado español con diferente
configuración territorial, pero eso no parece entrar dentro de las previsiones
de unos y otros.
Mientras hablamos de Cataluña y sacamos cada día una noticia cada día más
chusca o grotesca, en España siguen produciéndose acontecimientos que parece no
interesar a nadie.
Cada día mueren mujeres a manos de hombres en una escalada de terrorismo
machista que sería cuestión de afrontar en profundidad por la clase política.
No siquiera nos horrorizamos cuando un indeseable, por hacer daño a su pareja
degüella a niños de dos años. Parece que estamos inmunizados contra el horror. Ya
nada es capaz de causarnos espanto.
No nos espantamos tampoco cuando cinco bestias violan a una chica de
dieciocho años, lo graban en vídeo y lo envían al resto de la manada, en una
acción claramente premeditada. ¡Hasta hay televisiones que son capaces de
equiparar a los violadores con la víctima!
No son noticia de portada los cientos de inmigrantes que están llegando a
nuestras costas, en situaciones de auténtica miseria. ¡Cuánto han tenido que
sufrir hasta arribar a nuestras costas! ¡Cuantas violaciones han tenido que padecer
las mujeres que llegan a nuestro país en un trayecto que muchas veces su cuerpo
era el único billete de que disponían! Pero esto tampoco nos hiela la sangre.
Ya se ha convertido en habitual, como tan cosas.
Poco o nada se habla de la corrupción de los partidos que están en liza en
las elecciones catalanas. ¿Se ha vuelto a hablar del famoso 3% que enriqueció a
la familia Pujol, a Artur Mas, y a todo el antiguo partido de Convergencia? Ese
famoso 3% le costó el puesto y la salud a Pascual Maragall. ¿A quien le
importa? Los anticapitalistas no dudan en formar gobierno con ellos. Por algo
será.
Las conclusiones del primer juicio del caso Gürtel se saldan implicando al partido
del gobierno. Por primera vez en la Europa democrática un partido político se
sentará en el banquillo de los acusados por corrupción. Pero eso tampoco parece
importar a nadie. ¿Cómo va a importar si han salvado España?
En resumen, se nos están poniendo delante unos árboles, demasiados, con el
fin de que no seamos capaces, a través del ramaje, de poder ver el bosque, los
diferentes bosques, abundantes y frondosos, que se levantan más allá de lo que
nos quieren hacer ver que es lo único que debemos ver y que nos debe de
interesar.
Algún día, la Historia, ese juez implacable, pondrá a cada uno en su sitio.
La imagen que ilustra el comentario es una obra del pintor Xoan Xosé Braxe.