El adjetivo Curdela es uno de esos nombres asociado al mundo y la cultura del vino. Aunque muchas veces aparezca por un juicio social peyorativo, tal vez no lo sea tanto, dándose matices irónicos puntuales en la mayoría de las veces con el alcoholismo. Lo que indicamos directamente como termino asociado al curdela. El curdelismo, se relaciona con la subcultura en este caso del Vino de Jerez. Antes de la denominada reinvención el Tabanco Jerezano, el curdela fue una de las figuras culpables a la involución cultural del Jerez. Automáticamente, el parar en un Tabanco o Pare y beba era sinonimia de curdela.
¿A que es debida esta denominación? Según hemos podido constatar, mucho de nuestros mayores afirman que antes, en Jerez, se bebía más Jerez. Se expendían innumerables generosos, desde los denominados espirriaques a los vinos de medio tapón y primeras marcas, posibilitando al mismo tiempo, a catas tabanqueras donde se apreciaban y degustaban los diferentes jereces en las barras de estos establecimientos.
Beber y contrastar los vinos de diferentes Tabancos o Despachos era algo casi ritual, la humildad muchas veces anulaba la real sabiduría del buen beber y el buen saber hacia nuestros vinos. Seguramente, las primeras catas comentadas en Jerez se hicieron en un Tabanco o un Palyver. Quien sabe, pero la mal interpretación y la mala intención hicieron que se tachara a la gran mayoría de parroquianos con el apelativo de curdelas.
Las primeras catas horizontales y verticales se desarrollaron en estos establecimientos, muchos le denominaron combates, donde se aprendía a copear a palo seco, asimilar que si se mezclaba con otra gama de generoso normalmente terminaban (si se excedían) con una jumaera de escándalo. La Jumera o borrachera aparece registrado en la vigésimo primera edición del diccionario de la RAE con el significado de borrachera, embriaguez. Sí es cierto que se trata de una voz familiar adecuada para registros coloquiales de la lengua.
Cuando un curdela encuentra o encontraba un establecimiento donde el vino era propicio a su paladar más sensible se le denominaba al lugar como buhio. Justo en estos bujios, se invitaba a otro u otros compañeros a realizar el denominado Combate. El combate era y es sinónimo de beber el vino o el moyate a gusto, sin remordimiento, normalmente se entabica o empieza (se hace la cama) con lo que se denomina un vino duro, sea Olorosos, Palo u Amontillado, hasta empalmar con Finos o Manzanillas hasta estar alicatao. El arte de esto, es saber torear, manejar el cotarro para sonsacarle en muchas ocasiones al contrincante algún que otro cotilleo. Suponiendo, perderá el combate quien pegue la primera cambayá.
En el mundo de la cultura contemporánea, y en este caso de la pintura, la máxima expresión del significado de lo que denominamos curdelismo, lo encontramos en el artista jerezano Carlos González Ragel, asiduo a las tabernas y el buen Jerez.
Un pintor que inventó la denominada esqueletomaquia y que sus obras deberían tener mayor reconocimiento entre sus paisanos, por lo que representa en la vida cotidiana comprendida en las antiguas tabernas jerezanas. Al igual que el sanroqueño escultor e imaginero Luis Ortega Bru, que cuenta la leyenda que esbozó las tallas secundarias de la hermandad de la Santa Cena de Jerez en un tabanco, y que Judas era el curdela del lugar.
Nosotros respetando que cada uno haga lo que quiera, apostamos por que se beban nuestros jereces con arte, entre amigas y amigos, comiendo, deleitándonos con ellos y por supuesto, con moderación. Salud.
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