Madre Coraje lanza la campaña ‘Stop Desperdicio’ para concienciar sobre el derroche de alimentos

La ONG Madre Coraje, con el apoyo de la Agencia Andaluza de Cooperación al Desarrollo, lanzó en el día de ayer la campaña 'Stop Desperdicio' para tomar conciencia sobre el derroche de alimentos. Una de las acciones dentro de esta campaña es la de acercar a los medios de comunicación andaluces la problemática del desperdicio y la pérdida de alimentos a través de una exposición que se acopla al mobiliario de las redacciones periodísticas.

Además de esta acción dentro de las redacciones de los medios, la campaña ‘Stop Desperdicio’ de Madre Coraje compartirá durante los próximos meses datos, materiales, consejos y pautas de actuación a través de sus redes sociales y de la web para generar conciencia sobre el desperdicio de alimentos y saber cómo actuar para evitarlo.

"El desperdicio y la pérdida de alimentos es un problema de enorme magnitud. En un mundo en el que más de 821 millones de personas pasan hambre se pierden y desechan un tercio de todos los alimentos producidos. Partiendo de esta premisa, la exposición 'Stop Desperdicio' consta de una serie de elementos que de manera independiente o agrupada lanzan mensajes relacionados con la problemática que se aborda invitando a la reflexión y la acción". explica Javier Saborido, técnico de educación de Madre Coraje. 

Además, el desperdicio y la pérdida de alimentos es responsable de entre el 8 y el 10% de las emisiones de efecto invernadero generadas por el ser humano y equivale a 700.000 millones de euros en términos de valor comercial. Se trata de un problema que va en aumento: en 2018 los hogares españoles tiraron a la basura de media un 8,9% más de comida que el año anterior (1.339 millones de kilos), y Andalucía encabeza este triste ránking (9,9%) con más de 313 millones de kilos de alimentos desechados.

El confinamiento derivado de la pandemia de COVID-19 agravó aún más el problema debido a dos factores: Por un lado, la interrupción de la cadena de suministros o los retrasos en las fronteras deterioraron muchos alimentos y, por otro lado, la incertidumbre, el temor o un exceso de precaución respecto a un posible desabastecimiento de alimentos llevó a muchas personas a aprovisionarse en exceso de alimentos, provocando un aumento de su desperdicio al no poder ser capaces de consumirlos adecuadamente.