Hay libros que son fundamentales para poder comprender el movimiento
feminista, la lucha por la igualdad, la equiparación con el hombre, tanto en
derechos como en obligaciones, que es en definitiva el feminismo. Uno de estos
libros es el escrito en 1975 por la médica, sicóloga, escritora, pero sobre
todo y por encima de todo, feminista egipcia, Nawal El Saadawi. A pesar del
tiempo transcurrido el libro, no ha perdido un ápice de vigencia. Es más,
considero que la evolución política de los últimos años ha puesto más de
relieve, de actualidad, los hechos narrados.
El libro narra la historia real de una mujer, que conoció la autora horas
antes de ser ahorcada por haber matado a un hombre. La autora reconoce que este
encuentro, esta mujer, le cambió absolutamente su vida, su visión de la
realidad, su propia existencia. Aunque ya era militante feminista en el momento
de conocer a esta mujer, y había sido represaliada por el gobierno egipcio, la
entrevista que le concedió en las últimas horas de su vida, hizo que se
replanteara todo, incluida su vida privada. Ella, reconoce, era mucho menos
valiente que Firdaus.
La mujer, Firdaus, narra en primera persona su vida, desde que siendo
niña sufrió la ablación del clítoris, hasta que se ve obligada a matar a un
hombre, a un proxeneta, para defender su libertad, y su vida. Fue un acto en
defensa propia. Simplemente fue más rápida que él. Pero en el acto de clavarle
la navaja se da cuenta de que no se arrepiente. Que clava el cuchillo una y
otra vez con suma facilidad, no en el cuerpo del proxeneta que intenta
arrebatarle su dinero y su libertad. Lo clava en la piel de todos y cada uno de
los hombres que la han llevado hasta esa situación. En cada hombre que ha visto
en ella sólo un objeto, un cuerpo al que violar. Que ha pagado por ello, porque
consideraba que estaba en su derecho de poner precio a su cuerpo y que tenía la obligación de sentir
placer por el simple hecho de que le pagaban. Unos hombres que corrían detrás
de ella, pero que después se permitían el lujo de espetarle en su cara que ella
“no era una mujer respetable”. ¿Acaso es más respetable la esposa sometida al
marido sin amor?. Cada vez que descendía su mano con el cuchillo veía a su
padre, a su tío, al marido al que fue vendida, al político con el que no quiso
acostarse y que por ello fue acusada de traición a la patria.
Reconoce que cuando ve a uno de esos hombres en los periódicos, les
escupe, no porque se haya acostado con ellos, era imposible hacerlo con todos,
sino por lo que representan.
El médico de la prisión le dice que escriba al presidente solicitando el
indulto, a lo cual se niega. ¿Cómo le va a pedir el perdón, por algo de lo que no se arrepiente, al
mayor asesino del país, al que permite que todo esté corrupto? Acepta la muerte
como un acto de rebeldía, de coherencia. La matan por lo que significa de
libertad, de conciencia para el patriarcado. Y se encamina a la muerte sin
miedo. Esa falta de temor, es lo que indigna a los jueces, policías, políticos.
En ningún caso se ve a sí misma como una victima de la sociedad. Se ve
como una luchadora, que siempre se ha esforzado por salir triunfante de
cualquier situación. Cuando le espetan a la cara que no es una mujer
respetable, busca trabajo, con su certificado de enseñanza secundaria y su
diploma de ser la séptima mejor nota del país. Entra de secretaria en una
empresa. Pero se siente menos libre, más prostituida que cuando ejercía la
prostitución Conoce a un hombre, un revolucionario, del que se enamora. El revolucionario
le paga con ideas lo que otros le pagaban con dinero, pero no la ama. Se
considera superior en su intento de redimirla de una vida a la que el, como el
resto de los hombres, la ha abocado. Se enamora dos veces a lo largo de su
vida, pero ninguna de ellas es correspondida. El amor, tanto en su
adolescencia, de una profesora, como después el del revolucionario, no es
correspondido. El amor la hace escéptica, pero, sensible, tierna. Mata por la
ternura que toda ella siente hacia la vida. Mata por conservar esa sensibilidad
que la hace ser libre, a pesar de todo. ¿Quién te ha dicho que para matar no
hace falta ternura? Pregunta Firdaus.
Es, en definitiva, la historia de una mujer, de las mujeres, sea cual sea
su credo, nacionalidad o creencia. Es la historia del sometimiento de la mujer
por parte del patriarcado. En este caso en un país musulmán, pero que podría
extrapolarse a cualquier mujer de cualquier país, con mínimas diferencias.
Una lectura obligada.