Observen

30/03/22 +Jerez Opinión: Alberto Cabral

Hace unos días me crucé en Internet, por casualidad, con un vídeo del periodista Matthew Bennett que me llamó la atención. En él aparecía un grupo de transportistas que están secundando la huelga/paro hablando a pie de carretera, explicando su situación, a Fernando López Miras, presidente de la Región de Murcia.

En un tono más que correcto, uno de los camioneros autónomos venía a detallarle al representante político lo chunga que está la cosa; que les cuesta el dinero trabajar; que no puede ni cambiar el camión después de más de dos décadas con él; que la pérdida de poder adquisitivo viene de años ha; que ve imposible pagar los estudios a sus hijos... Se pueden ustedes imaginar. Y al frente, López Miras, mientras tanto, de brazos cruzados y transmitiéndole su apoyo mientras negaba con la cabeza y agachaba la cabeza. ¡Ay, la comunicación no verbal!

El estudio de la comunicación no verbal o el lenguaje corporal como comportamiento inconsciente no es ni mucho menos una ciencia exacta. Eso sí, la consideración que le tengo a esta disciplina (por llamarlo de alguna manera) está notablemente por encima del horóscopo o de la interpretación de los sueños, y creo que justamente. Todo ello pese a los insoportables gurús que la analizan en televisión frente a una enorme pantalla y señalando con un boli cada tic involuntario con comentarios del tipo: "¡Mirad! ¿Habéis visto? Ha pestañeado dos veces seguidas. Eso es una respuesta silenciosa porque prefiere ahorrarse decir lo que de verdad piensa".

Lo que está claro es que sin quererlo, los humanos llevamos a cabo actitudes o realizamos gestos con los que desvelamos las cartas a nuestro oponente. Normalmente exteriorizamos así nuestra debilidad, reflejando los nervios e incluso evidenciando que estamos mintiendo. Morderse la lengua o cerrar la boca rápidamente después de decir algo puede ser un síntoma de esto último; mover la cabeza de lado a lado para afirmar significaría estar pensando justo lo contrario, y hay más. Pero si una me chirría cada vez que la veo es la postura de brazos cruzados, tan comunes por desgracia en nuestros representantes políticos. Sin duda, todo un síntoma de desinterés frente a aquello que el interlocutor está manifestando, así como una protección que ejercen estos apesebrados como barrera o escudo. El "rebota, rebota y en tu culo explota" de los adultos.

A aquel vídeo de los camioneros y López Miras no le di mucha más importancia, fue uno de tantos que veo al cabo de la jornada. Pero pasaron las fechas y esa pequeña rabia seguía dentro de mí y se volvía a despertar cada vez que veía una nueva foto de representantes políticos hablando "cara a cara" con "el pueblo", independientemente del ámbito geográfico. Podría decirse que en el 90% de las veces, por no decir un porcentaje aún más alto y dando igual el partido al que perteneciesen, la actitud era la misma; brazos cruzados, distancia mantenida y rostro apesadumbrado. ¿Será que les importa el equivalente a una completa mierda lo que les están contando? ¿Será que el político de turno (o política, claro) le ve a usted, currante de a pie, como un estorbo que únicamente cobra valor una vez cada cuatro años? ¿Será que el político entiende que usted es un oponente y que sus quejas suponen en la práctica un obstáculo a su estrategia de mantenerse en el poder cuantos más años, mejor? ¿O quizás es que, sencillamente, no le interesa en absoluto lo que usted le está narrando, proponiendo o solicitando, más allá de la traducción que ello pueda significar en votos?

Lo que seguro que no está detrás de unos brazos cruzados (y casi lo mismo podríamos decir de unas manos dentro de los bolsillos) es un indicio de escucha activa por parte del receptor, ni una actitud abierta al diálogo. Así que, por favor, observen. Miren bien a ese político que se acerca a pasear por su barrio y que se reúne, por ejemplo, con la persona al frente de tal o cual asociación vecinal. Observen bien y tengan encendidas las alarmas. Háganlo, no vaya a ser que, pese a la profunda seriedad de su jeta, el resto de los gestos le dejen a las claras que se está riendo de usted.

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