Un día me caí... Y pasaron cinco meses.
Era una tarde de otoño. Hacía frío pero yo insistí en pasar el fin de semana en Grazalema. "Hace tiempo que no subimos a la Sierra", le dije a mi marido, podíamos celebrar allí nuestro Aniversario.
Él, con tal de verme feliz accedió, aunque ese día se había levantado con algunas molestias en las cervicales.
-"Entonces, si no te encuentras bien para conducir, lo dejamos, salimos a comer por Jerez".
-"No, no...vamos es lo que querías, hace tiempo vienes diciendo lo de la Sierra y comer junto a una chimenea"...
Después de darnos los regalos -era nuestro aniversario de boda- nos pusimos en marcha.
Paramos en El Bosque, paseamos junto a la orilla del río que atraviesa el pueblo. Ahora las fotos me devuelven el ruido de su agua al bajar entre piedras. Tomamos el aperitivo, unas croquetas de espinacas bien ricas junto a un jerez.
Después de una hora seguimos subiendo hasta llegar a los más de mil metros de altura.
El paisaje es frondoso y verde a un lado y otro de la carretera de pronunciadas curvas.
Siempre hay turistas, pero nada que ver con los días de fiesta, entonces no tienes ni una mesa libre. Comimos bien, a gusto disfrutando de una buena carne de venado acompañado de un Rioja.
-"El café nos lo tomamos en Benamahoma", dijo mi marido.
-"Perfecto", contesté distraída mientras bajábamos hacia el coche; pero antes, me gustaría hacer unas fotos en el mirador de El Puerto del Boyar como hay bancos podemos observar el hermoso paisaje que se extiende delante de nosotros. Con calma y sosiego, la misma que nos aporta el entorno.
Y paró.
El grito se pudo oír en Ronda y ya todo se hizo oscuro.