Estos días, como motivo de la crisis política de Cataluña, y tras el encarcelamiento de una parte del Govern, pero ya anteriormente con la prisión de los Jordis, se está escuchando tanto en los medios de comunicación como en las diferentes redes sociales, que tales personajes hay que considerarlos como presos políticos. Cuando lo oyes por primera vez te sorprende por lo absurdo de la definición, pero cuando ves que esto es repetido una y otra vez por personas que no parecen ignorantes y que al parecer presumen de izquierdas, no sólo resulta sorprendente, sino indignante. No hace tanto que en España sí teníamos presos políticos. Gente que luchó en la clandestinidad, que dió su vida en la lucha por la democracia, y que gracias a ellos y ellas y a sus sacrificios, los que hoy vociferan en demanda de justicia, pueden hacerlo.
No estoy justificando el encarcelamiento de Oriol Junqueras y los miembros del Govern, que me parece absurdo, desproporcionado e innecesario. Incluso puedo admitir que la jueza Lamela pueda haber incurrido en un delito de prevaricación, y desde luego creo que no es ella la que debería instruir esa causa, sino en todo caso el Tribunal Supremo.
No estoy tampoco quitando responsabilidad al presidente del gobierno de España, que con su inactividad y su ansia de parecerse a una estatua de mármol de un museo, ya que nunca la tendrá de verdad, ha dado lugar a que nos encontremos en la situación en que ahora mismo nos hallamos. Pero tampoco creo que el Govern de Puigdemont carezca de responsabilidad en la situación a que han llevado al pueblo catalán. Están donde querían estar. Con el artículo 155 de la Constitución aplicado en Cataluña. ¿Se puede llamar preso político a un señor, a unos señores, que estaban dispuestos a convocar elecciones autonómicas en la más estricta legalidad y que por diferentes presiones se echan atrás? ¿Por qué se declara la República catalana en una demostración a la desesperada de que ellos no quieren ser España? ¿A quien favorece esta declaración? Lo que está absolutamente claro es que una parte del sector independentista sabía perfectamente, y tenía diamantinamente claro que dicha declaración era absurda e inviable, y sin embargo empujaron con todas sus fuerzas para conseguir que se declarara el 155 tan ansiado. De poco sirvieron los intermediarios y los acuerdos. No era deseable esa convocatoria de elecciones, sino las realizadas bajo el 155, desgraciadamente demasiado inmediatas, en la única decisión inteligente que ha tomado el señor Rajoy. No aceptaban aquella convocatoria, pero se apresuran a participar en la que se hace bajo el mandato del 155, mucho más cuestionable. La gran burguesía no puede perder la oportunidad de participar, no puede quedar fuera de juego.
Se deseaba esa aplicación, y se logra. Incluso cabía la posibilidad del encarcelamiento por la proclamación de la República, aunque no creían que el Estado quisiera hacer mártires, cosa en la que ha caído en la trampa. Pero si estás dentro de esas reglas del juego, si durante años, a pesar de las ideas independentistas, por otro lado legítimas, no te han detenido, no creo que se pueda considerar a estos señores y señoras como presos políticos. Se les encarcela, por transgredir las leyes, por infringir unas reglas del juego en el que aceptaron jugar.
España, es una democracia, buena o mala, yo diría que manifiestamente mejorable. La Constitución es a todas luces el fruto de un pacto que cuarenta años después se ha quedado obsoleto, y necesita ser transformada para adecuarla a los tiempos actuales, en donde tenga cabida una Cataluña con una participación diferente, en lo que podría ser un Estado federal.
Serían presos políticos si sus partidos políticos, o sus ideologías fueran ilegales, si no estuvieran reconocidos por las leyes, si no hubieran podido llevar a cabo sus manifestaciones y sus actuaciones. Los cientos de miles que piensan como ellos no están en las cárceles, no están bajo sospecha, no están investigados. El Estado garantiza, debe garantizar, la libertad de expresión, y la igualdad ante la ley. Y eso es lo que se ha hecho: igualdad ante la ley. Y reitero que no estoy de acuerdo con la aplicación de la ley en este caso.
Presos políticos, fueron los cientos de trabajadores que desde la clandestinidad lucharon contra la dictadura franquista. Presos políticos fueron los que desde las fábricas fundaron un sindicato para la defensa de la clase trabajadora. A esos presos políticos, que mucho de ellos se pudrieron en la cárcel, no les asistía una justicia, unas leyes que los protegieran, unos abogados que pudieran ejercer su defensa. A esos presos políticos les destrozaron la vida en la cárcel, pero a su familia también, dándoles palizas a sus mujeres, impidiéndoles tener un trabajo a sus hijos, condenándolos a muchos de ellos al ostracismo y el silencio. Y pongo un ejemplo: Don Xulio Aneiros, uno de los fundadores de Comisiones Obreras en los astilleros de Bazán en Ferrol. Ese si fue un preso político. Un poco de respeto para estos héroes. No confundamos los términos, y sobre todo, los que supuestamente presumen de izquierdas, tengamos claro lo que es un preso político.