Puntualizaciones sobre la idea de Patrimonio

Ante el anuncio por parte del Obispado de Asidonia–Jerez de su intención de trasladar el retablo del Capítulo de padres de la Cartuja de la Defensión a la parroquia de la Encarnación de Setenil de las Bodegas, han sido numerosas las voces, mucho mas cualificada que la mía, que se han alzado contra esta medida, a todas luces arbitraria e irresponsable.

No quiero abundar en el posible deterioro que se puede producir en el retablo, amén de la alteración de la iglesia a la que iría destinada. Tan sólo quisiera reflexionar brevemente sobre la idea, el concepto de Patrimonio. Cuando un edificio, una obra, se declara BIC (Bien de Interés Cultural) no se hace en función de la belleza del edificio en sí, al menos no solamente, sino en todos los bienes muebles que contiene, e incluso el entorno que rodea a ese Bien. Un Bien patrimonial es el fruto de todo un devenir histórico. Es la memoria viva de un pueblo. Es un organismo vivo, que como tal nace, crece, se desarrolla, y a veces muere. Lo que todos tenemos la obligación de evitar es la de contribuir a que esa muerte no sea por causas naturales. No tenemos derecho a matar un Bien patrimonial, por la sencilla razón de que no es nuestro. Tan sólo somos los usufructuarios, con derecho a disfrutarlo, pero nunca a eliminarlo de nuestra historia. No nos está permitido, aunque seamos los dueños legítimos de ese Bien.

Nuestros Bienes culturales se han ido formando poco a poco. En el caso de la Cartuja, desde sus comienzos en el año de 1475, todos los priores que se hicieron cargo de este magnífico monasterio han ido contribuyendo a engrandecerlo y embellecerlo, al igual que hicieron los frailes cartujos que retornaron en 1948, logrando recuperar una buena parte de la belleza y el esplendor perdido en la etapa de abandono. Pero lo que el tiempo y la incuria no ha logrado, no parece razonable perderlo voluntariamente, no se sabe muy bien por qué, y no creo sinceramente que sea en aras del culto.

Actualmente hay una comunidad de monjas que es de suponer que cuidarán de este bello retablo, al tiempo que oficiarán la liturgia en él.

No, señores del obispado, no pueden disponer libremente de un bien que pertenece a todos y todas, aunque sean los propietarios legales, no son los dueños del patrimonio. Los padres cartujos, que les hicieron entrega de su patrimonio no creo que aprobaran esta acción, a todas luces contraria a la mas elemental ética, y por supuesto a lo que todo buen administrador debe perseguir, el no perder su patrimonio, sino engrandecerlo y potenciarlo. Si no es así, ¿qué se está persiguiendo? Al menos quedan serias dudas.