El palacio de Riquelme, ubicado en la jerezana plaza del Mercado, es algo
más que un vetusto edificio a punto de caerse, es mucho más que una de las
joyas del Renacimiento en Jerez, es mucho más que una de las obras más
representativas del maestro portugués Fernando Álvarez. Si sólo fuera eso, ya
sería suficiente para poner todos los medios para evitar que el edificio
desapareciera, como es más que probable que así suceda. Es doloroso contemplar
los muros que se van deteriorando poco a poco. Constatar como los relieves de
la fachada, cargados de simbolismo, se van perdiendo, haciendo irreconocible el
mensaje que se quiso dar por medio de las imágenes.
El dueño de la casa, Don Hernán Riquel, casado con Doña Inés Riquelme, su
sobrina, quiso dejar constancia, por medio de este palacio, edificado en 1542, de
los valores que atesoraba el matrimonio. La hidalguía que litiga, y que
finalmente le será concedida, tiene en esta portada su plasmación plástica. No
sabemos si el comitente es el autor del programa iconográfico, o si lo encargó
a algún humanista, pero lo cierto es que para su elaboración se recurre a todo
el saber humanístico del momento. Las
Metamorfosis de Ovidio, están presentes en los personajes mitológicos que
se representan, así como Los trabajos de
Hércules, de Enrique de Villena. Hay un conocimiento de La Eneida, así como de la Biblia
Dividida en dos partes, masculina y femenina, los distintos personajes,
así históricos como mitológicos, plasman el ideal del caballero y de su esposa.
Constantino, Rómulo y Remo, Nabucodonosor y Camila se mezclan con Marte y
Venus, con Minerva y Vulcano. Los trabajos de Hércules, del león de Nemea y el
rapto de Deyanira, marcan las cualidades de cada uno de los esposos. Al hombre
se le pide valor, coraje, heroísmo, orgullo. A la mujer, no se le van a exigir
semejantes virtudes. Tan sólo se le pide castidad.
El mensaje final del mensaje expresado en la fachada es muy simple, al
tiempo que expresa una gran profundidad ideológica. Tanto uno como otro pueden
caer en la tentación del pecado, tanto de la ira violenta, propia del varón,
como de la lascivia, inherente a las mujeres.
En la parte superior, dos pequeños relieves, apenas distinguibles desde
el suelo, son el perfecto resumen del matrimonio Riquel. El unicornio, el mas
fiero animal que existe, no puede ser cazado si no es por medio de una doncella
ante cuya presencia cae postrado en su regazo, no importándole, ante el olor de
la virginidad, ser apresado por los cazadores. Así D. Hernán Riquel, muestra su
humildad ante las virtudes de su dama. A lo largo de todo el discurso ha
demostrado sobradamente su valor y ardor guerrero, equiparándose a Hércules y
Teseo, pero ante la virtud de su esposa, no tiene inconveniente en entregar sus
armas, postrándose ante ella.
El palacio de Riquelme no es solamente un edificio a punto de
derrumbarse, es el testigo que nos habla a través de sus imágenes, del
conocimiento humanístico existente en Jerez, dentro de una élite cultural, que nada
tenía que envidiarle a otros grandes centros del humanismo hispano. Ojala que
las autoridades no olviden su deber de salvaguardar el patrimonio y acercarlo a
los ciudadanos. En cada edificio, en cada uno de los bienes culturales que
conforman nuestro patrimonio hay
un mensaje, una idea, una ideología, que es preciso conocer, para poder
interpretar nuestra historia.
El arte es historia, es ideología, es conocimiento, y como tal hemos de verlo,
pero si lo dejamos que desaparezca, también con él desaparecerá la memoria
histórica de todo un pueblo. En nuestras manos está el evitarlo.