Sánchez: El Prometeo Cañí

09/08/23 +Jerez Opinión: Rodrigo Melero

Prometeo es un dios-titán que robó el fuego a los dioses para otorgárselo a los hombres. Por esto, fue condenado por Zeus a ser devorado durante toda la eternidad.

Hoy el mito está vigente con Pedro Sánchez, el nuevo Prometeo. A él le tenemos que agradecer el habernos bajado el progresismo de los cielos, entendido como una idea basada en la retórica vacía del "somos los buenos, da igual lo que hagamos, porque somos los buenos". Según esta tesis, todo lo demás es fascista. Todo el que piense diferente es fascista o de ultraderecha, los socialistas críticos con su régimen también son fascistas. Y da igual que se llamen Felipe González, Nicolás Redondo o Alfonso Guerra: son dinosaurios, no entienden la política de hoy día. Por tanto, ¡fascistas!

Su Sanchidad, rey antifascista autoproclamado, pide el diezmo ideológico a cualquiera que no se encuentre dentro su causa y se otorga el poder hacer y deshacer a su antojo, erosionando el valor de las instituciones. ¿Qué Dolores Delgado, ex ministra de Justicia con Sánchez, es nombrada Fiscal General del Estado? Es progresismo. ¿Que el CIS de Tezanos se ha convertido en un chiste partidista sin credibilidad alguna aunque lo paguemos todos? Es progresismo. ¿Qué EH Bildu lleva terroristas con delitos de sangre en sus filas? Tranquilos, es progresismo. ¿La reducción de condenas a causa de la Ley del 'Sólo sí es sí' a más de un millar de depredadores sexuales? Ni un paso atrás, hermana, que somos progresistas. ¿Y la política exterior del Sáhara? Niega el cambio de posición, niégalo siempre, aunque sea como si te hubieran pillado en la cama con tu amante. No es lo parece, cariño, es progresismo.

El progresismo, entendido como la idea entregada solo al Elegido, es una zarza ardiendo que le dicta qué tiene que hacer y cuando cambiar de opinión en el momento adecuado.

Para llevar a cabo su propósito, ha dependido en los últimos años de los transgresores de la patria, falsos amigos supremacistas y excluyentes que se reparten los favores de Sánchez como el que intercambia tebeos con sus amigos en el patio del colegio.

–Yo voy a pedir más millones para Cataluña.

–Pues nosotros la amnistía y la autodeterminación para que me acaben dando la amnistía.

–Pues yo la excarcelación de los presos.

–Y yo voy a decir que he parado a la ultraderecha, a ver si me dan algo.

La novela Frankenstein, escrita por Mary Shelley, está inspirada en un Prometeo Moderno que juega con poderes divinos para crear un monstruo que se descontrola. Curioso que a esta coalición liderada por Pedro Sánchez, Unidas Podemos (ahora Sumar) y los independentistas se la denominara "Frankenstein". Qué vista tuvo Rubalcaba.

Ahora estamos a merced de ese monstruo, un Frankenstein más racista, más excluyente y con peluca, que susurra odio entre vecinos. Y Sánchez es el Prometeo Cañí, el que vende progresismo "a euro" en una "fragoneta" esperando que no te des cuenta de que no es por el bien de España, ni por el tuyo, sino por el suyo. 

Este Prometeo Cañí nos baja de los cielos el progresismo divino para que él lo interprete a su antojo. Pero no debería olvidar que por darnos este privilegio él será devorado por sus socios una y otra vez, como dice el mito, y mientras tanto jugará con España para que nunca vuelva a ser la misma.

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