Sufre, mamona

Devuélveme a mi chica. "Mi": posesivo usado contra la mujer, la convierte en un ser atávico, sin elección.

"¡Qué canción más machista! Es que eran otros tiempos..." No eran otros tiempos. Bueno, sí. Había menos personas tratando de aparentar inteligencia. La canción trata de un hombre dolido y desconsolado al que han dejado. Su antigua novia se ha ido con otro y él en un arrebato más costumbrista que pasional la llama "mi chica". Eran otros tiempos porque ahora no se escucha lo de mi novia o mi mujer y muchísimo menos lo de mi novio o mi marido o mi perro...

–No vayas por ahí, Rodri, que es tocar demasiadas vacas sagradas. No vas a poder salir a la calle. Feminismo y animalismo en un mismo artículo, te lincharán.

–Si me meto un lingotazo de tequila podré acallar mi voz interior de autocensura.

–Joder, alcohol también.

–Que te calles. (Engulle el chupito de un solo trago).

¿El problema es realmente el "mi"? ¿Y si la canción dijera "sufre, mamona"? Joder, eso sí que es machista, menos mal que eso no lo hiciste, David Summer o ahora no podrías salir a la calle.

"Mi" quizás es el pronombre posesivo más extendido para la mayoría de hispanohablantes con pareja. Qué suerte tienen los solteros que sólo pueden decir "ma, me, mí, conmigo" a los objetos y no provocar confusiones. Bueno, en realidad, los apellidados Expósito son los únicos que se libran de decir "mi madre", "mi padre" o "mi hermano".

La redundancia al absurdo de la autocensura es un mal burlón que ataca a la sociedad como una marabunta de opiniones con un conocimiento sesgado, ultrajado por la mayoría de la corrección. Trata de etiquetar sin conocer, ni cuestionarse el 'status quo' imperante en la época y lo peor juzga al artista en vez de a la obra.

"Si hay un artista que define el siglo XX, que lo representa con toda su crueldad, su violencia, su pasión, sus excesos, y sus contradicciones, este artista es, sin duda, Pablo Picasso". Miquel Iceta para conmemorar a Pablo Ruiz Picasso en el 50 aniversario de su muerte. O el último ademán de Ana Morgade en Pasapalabra que pone título a este artículo, no juzga la calidad de la obra sólo cuestiona al artista por su manera de pensar en un pasado reciente.

Cuestionar el pasado y no el presente, he ahí la cuestión. Hoy día el reguetón es machismo, pero machismo mainstream, ese sí es permisible o permeable. Esto es un síntoma de no hacernos las preguntas adecuadas porque uno sí y otro no. Y es que se vive más cómodo en el revisionismo que delante del espejo.

Si le damos más presencia al artista que a la obra perderemos nuestra perspectiva como seres humanos, aprenderemos de gente que no se equivocó y que por ende no vivió. Claro que hay artistas con vidas modelos, los que menos, pero esos artistas también aprendieron de truhanes y señores sin polemizar con sus vidas. En el cine, por ejemplo, dejamos de ver a Eisenstein, padre del montaje y de la narrativa cinematográfica porque era comunista. D. W. Griffith le dio el significado dramático al primer plano pero 'El Nacimiento de una Nación' es una película secesionista y racista. No vemos el extraordinario documental de Leni Riefenstahl, 'El Triunfo de la Voluntad' porque es una película nazi. Dejamos de ver Chinatown porque a Polanski lo acusaron de violación.

La mejor reflexión sobre el arte que recuerdo es de Woody Allen en 'Sueños de un Seductor'.

–Los nazis vale, ¿pero Woody Allen? ¿En serio? Esto no te lo publican ni de coña.

–Calla, Pepito Woke.

Describo la escena de esta película escrita y protagonizada por Woody Allen que interpreta a Allan Felix, un hombre con baja autoestima que intenta cortejar a una guapa estudiante en un museo. Se acerca a ella.

–Allan Felix: Es un precioso Jackson Pollock.

–Estudiante: Sí.

–Allan Felix: ¿Qué te sugiere?

–Estudiante: Reafirma la negatividad del universo. El terrible vacío y la soledad de la existencia. La nada. El suplicio del hombre que vive una eternidad estéril, sin Dios, como una llama diminuta que parpadea en un inmenso vacío sin nada salvo la desolación, horror y degradación, que le oprimen en un cosmos negro y absurdo.

–Allan Felix: ¿Qué haces el sábado?

–Estudiante: Suicidarme.

–Allan Felix: ¿Y el viernes por la tarde? (Ella le mira con asco y se va).

El arte y la cultura son constructos sociales que nos definen como seres racionales, y si los utilizamos como excusa para cosas menores perderemos toda legitimidad de asombro ante las musas por contentar a las masas.

Tendremos museos vacíos, llenos de obras vacías que a su vez están llenos de gente vacía, y lo peor, no podremos escuchar a Hombres G sin juzgarlos. Nos retorceremos entre polvos picapica.