Un ayuntamiento de película (mala)

Cae el sol a plomo sobre Jerez en plena mitad de agosto. El levante de media tarde seca las bocas y aburre los minutos. Todo parece latir a cámara lenta en el centro de una ciudad en la que los adoquines queman y los baches se hacen más grandes.

Hace calor; mucho calor y no hay ganas de casi nada. En jornadas así, trabajar en la hostelería se convierte en misión para héroes desde la soledad de la media tarde cuando toca reponer neveras, colocar terrazas, limpiar suelos y preparar tapas. Sigue haciendo calor. Mucho calor. 

Pero algo rompe la monotonía en la Plaza de la Asunción porque mientras los amigos del Bar Rody se preparan para la noche, alguien repecha por una de las fachadas del establecimiento...

- Oiga. ¿Qué hace usted ahí? 

- ¿Yo? Colocando el atrezzo para la película que estamos rodando.

- ¿Qué atrezzo? ¿Qué película? ¿Pero ustedes no me van a pedir permiso siquiera para esto? ¡Que esta es mi casa, oiga!

- A mí me ha dicho mi jefe que ponga esto aquí, así que yo de aquí no me bajo.

- Ahora veremos si te bajas o no...

(Hablando por teléfono) - ¿Oiga, policía? Mire usted, que hay aquí un señor subido en mi fachada, que dice no sé qué de una película... ¿que vienen ustedes para acá? ¡vale, me espero!

Y la calma se rompe por la mitad y lo que debiera ser una tarde calurosamente lenta y de terraza llena, se convierte en un ir y venir de dimes y diretes de todos los colores mientras llegan los municipales a intentar poner orden.

Pasan dos tipos con una escalera.Aparecen los del servicio de limpieza con su manguera preguntando dónde hay que regar y siguen los escaladores colocando plantitas por aquí y por allí.  

Se hace de noche. Un coche antiguo  hace las delicias de los curiosos que se agolpan en la esquina de San Dionisio... El Bar Rody permanece con sus puertas cerradas.

Una llamada desde las alturas pide un favor al amigo Pepe. Se ha hecho el favor quedando claro que una noche de viernes entran unos euritos muy curiosos en las arcas de la gente que trabaja en el centro de la ciudad. En fin. Esta noche no; así es el cine y así son los que solo nos ven como un puñado de catetos con calles y plazas en ruinas, pero muy bonitas.

- ¡Silencio, que vamos a rodar! ¡Todo el mundo callado ya! ¡Luces, cámaras, acción! (...)

Pepe hizo el favor a Mamen perdiendo mucho dinero un viernes. Un cliente habitual gritó con sorna: “por menos, en Jerez, se es Rey Mago”.