Un día menos para la muerte de Twitter

28/04/22 +Jerez Opinión: Alberto Cabral

Ya estarán ustedes al tanto de que Elon Musk, el multimillonario más multimillonario de los multimillonarios del mundo, ha comprado Twitter. El magnate, que se define como un "absolutista de la libertad de expresión", estaba preocupado por la deriva censora de la red social en los últimos tiempos. Ahora, después de tomar el mando de la compañía, ha prometido que va a mejorarla, especialmente en lo que a libertad de expresión se refiere; la puntilla que podría acabar, en mi humildísima opinión, con esta plataforma de microblogging.

La libertad de expresión total, o casi total, podría abocar a Twitter a la desaparición. No me atrevería a poner en el horizonte la fecha en la que esto ocurrirá, pero tengo la sensación de que así será. Ello es debido a que, a mi modo de ver, la libertad de expresión morirá, si no lo ha hecho ya. De hecho, cada vez está más instalada la idea de que no hay que mostrar opiniones en público, sean cuales sean. E incluso me atrevería a decir que hasta me parece una buena idea para así evitar desavenencias, viendo cómo está el patio.

Como se suele decir, el sentido de la libertad de expresión es el de permitir decir a los demás no sólo lo que nos encanta escuchar, sino, precisamente, aquello que no nos gusta para nada escuchar. Y por desgracia, cada vez nos gusta escuchar menos cosas. Debería hacer la prueba, pero creo firmemente que si pregunto a 100 personas si creen que es incuestionable la existencia de un derecho a la libertad extrema a la hora de difundir mensajes, al menos 70 me dirían que no, que hay ideas que no se pueden transmitir así como así por ser dañinas, ofensivas o peligrosas, tanto en la plaza pública como en el entorno web. Es decir, "la gente" no está a favor de una libertad de expresión real, sino que proponen limitarla o cercenarla, convirtiéndola, más que en libertad, en un mero conjunto de prohibiciones.

Para unos habrá que prohibir los discursos xenófobos, para otros primeramente los homófobos. O, más bien, los que ellos consideren xenófobos u homófobos. También estarán los que se quejen de lo que digan los negacionistas del cambio climático, los terraplanistas, los fascistas o bien quienes algunos consideren nocivos socialcomunistas, a los que tendremos que sumar los indignados por la islamofobia, los de la cristianofobia, y hasta los promotores y difusores de la barcelonafobia, indignados a su misma vez por la realmadridfobia. Así hasta el infinito. Gente, en cualquier caso, decidiendo a la carta qué palabras deberían prohibirse y qué palabras no. Y es que, ciertamente, son tiempos en los que hay infinitas veces más personas ofendidas que personas con la intención de ofender. ¿Por suerte?

En resumidas cuentas: No, los humanos no queremos leer ni escuchar discursos que nos incomodan, al menos así a grandes rasgos. Hemos desarrollado un sentido de la intolerancia que nos convierte en una especie más sectaria cada día que pasa. La sociedad está más polarizada que ayer y menos que mañana e incluso esta radicalidad, mucho me temo, nos llevará a escenarios extremadamente peligrosos si no hay una rebaja general de los nervios del personal y los malos humos. No estamos, y ya nunca más estaremos, predispuestos ni preparados para recibir opiniones que nos desagradan. El debate está empezando a morir, por no decir que ya lo ha hecho.

En tiempos de creciente intolerancia, tomada esta como elección paradójicamente libre, parece poco inteligente dar a tus usuarios lo contrario a lo que están pidiendo. La conclusión es simple; al cliente hay que tratar de darle aquello que exige. ¿Y acaso alguien había requerido leer ideas que le desagraden? No parece tal cosa, mucho menos vista la polvareda que ha levantado la venta del gigante tecnológico al amigo Elon y visto también el desinterés por la reflexión y el diálogo de las generaciones más jóvenes, entre las que me incluyo. Me da a mí que, con este panorama, terminaremos viendo volar alejándose al pajarito azul, seguramente para no volver, producto del abandono progresivo de sus tuiteros. Y si no, tiempo al tiempo. Espero que no se me ofendan.

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