Un llenazo en Chapín

El Estadio Municipal de Chapín, el que todos conocemos, lleno. Hasta la bandera, sin que quepa un alma. Es una imagen quimérica que, diría este que escribe, ni siquiera se logró allá por el año 2002, en la ceremonia inaugural de los Juegos Ecuestres Mundiales. Estuve y recuerdo huecos. De hecho, en todo evento se reservan una serie de entradas sin vender para que el aforo del recinto no alcance su máximo, por cuestiones de seguridad, ¿no es así?

Hago memoria y tampoco rebosó este coliseo en otras grandes citas. Cuando lo visitó el mejor equipo de todos los tiempos, mi amadísimo Barça de Guardiola y que comandaba un ya descomunal Leo Messi, era un gélido día entre semana y hubo quien no quiso pasar por taquilla. Jerez siempre ha sido merengue, pero ellos tampoco lograron evitar las calvas en la grada para ver la magia en los pies de Álvaro Arbeloa. Los pocos conciertos masivos que hemos acogido se celebraban en zonas acotadas, mientras que el atletismo no alcanzó a coger impulso y, menos aún, a dar el salto. Después, como todos sabemos, el nivel del fútbol ha venido decayendo hasta las categorías 'amateur' que en los últimos años han protagonizado los fines de semana de la cancha. Un pasatiempo honorable, sí, pero sin el interés que suscita "La Liga de las Estrellas". Nunca lleno. Nunca, hasta ahora.

Aproximadamente, unas 20.000 personas pueden sentarse en las cremosas butacas de Chapín. Nos viene grande, es así. Hombres de negocios de cabello engominado, una chavalería ilusionada con banderolas, niños que se imaginan mayores ataviados con la equipación de su equipo de pies a cabeza, abuelas que vibran cuando el balón lame el travesaño. Albañiles y fontaneros, limpiadoras y arquitectas, periodistas y enfermeros. 20.000 gargantas resonando en el estadio. 40.000 palmas a compás.

El número no escapa de mi mente. Siento como si las cifras me persiguieran desde hace algunas semanas, ¿soy el único? Ayer la entrada anunciada por megafonía era de 13.798, un más que notable dato. Eso, según el recuento oficial, aunque todos sabemos que fueron muchos más, incluso el doble. O, por lo menos, 20.000 aficionados. Veinte mil. Y en los próximos días llegarán más, y tendrán que arrimarse en las escaleras para seguir tomando asiento. A reventar.

Costará olvidar el llenazo. Cada sillón ocupado. Sonrisas, lágrimas, sueños, anhelos y deseos, amor o rabia. Furia, fuerza, coraje y ambición. Libertad, pasión y sentimiento. Vidas, en definitiva, que no volverán. ¿Consiguen verlo como yo? No cabe un alma, está hasta la bandera. Veinte mil. Un llenazo en Chapín.