“Voy a meterme el dedo en el culo”

13/09/20 +Jerez Opinión: Ángel G. Morón

El señor de la ciencia celebérrimo podría haberlo dicho así. No hay mucha diferencia entre meterse el dedo en el culo o en la nariz. El comentario, fuera de lugar, no sé a qué se debió. ¿Un guiño cómplice con algún periodista, tal vez? ¿Una broma estúpida antes de hablar de cuestiones serias? En realidad, la causa es lo de menos. Lo de más es que este señor Simón se ha convertido por méritos propios en un caricato sin gracia al que ya no le queda ningún crédito como experto. Las comparecencias públicas no son asunto baladí nunca. Se han de preparar adecuadamente y aunque nadie está a salvo de errar, que es condición humana, si se va con los deberes hechos el resultado será satisfactorio. Simón se ha hecho un cuasi experto compareciente por la maldita pandemia. Primero contó con la aprobación general. Se trataba de un experto que hablaba con aire didáctico y muy cercano y que, además, tenía un peculiar aspecto. Tengo la sensación de que ha sido un títere en manos de los ineptos del Gobierno. El relato de los hechos deja a Simón en pésimo lugar. Las mentiras han sido una cascada y él ha sido en gran medida el vocero necesario para trasladarlas a la opinión pública.

En España solo habría "como mucho algún caso diagnosticado" de COVID-19, decía el "ingenuo" de Simón el 31 de enero. El comentario obedecería a su convicción de experto, supongo. Pues fue su primer gran error. Los casos en España ya son casi 600 mil y los fallecidos rondarán los 50 mil. Lo de los decesos es la mayor infamia posible; porque muchas estadísticas desmienten de continuo los datos del Gobierno sobre los muertos por coronavirus.

Luego llegaron las indicaciones sobre la inutilidad de las mascarillas, cuando el producto era un bien escaso y más preciado que el papel higiénico. Después la burda mentira sobre la existencia de un comité de expertos cuya composición era secreto de estado. La argumentación de Simón en rueda de prensa fue que facilitar la identidad de los miembros del comité era un riesgo para su trabajo por la presión mediática a la que pudieran ser sometidos. Lo de este portavoz es un no parar. Para algunos tontos su imagen es digna de ser abanderada en camisetas. Para otros, Fernando Simón es ya una caricatura cuya figura está cada vez más desdibujada.

En las circunstancias que vivimos este 2020 estoy convencido de que nadie envidiaría estar en su posición. Ni en la del Ministro Illa. Ni en la de Sánchez. Pero ellos decidieron libremente ocupar esa responsabilidad y "disfrutar" del cargo. Y hay que estar a la altura de las exigencias del guión. Simón hace mucho que debió dejar su cargo. Por dignidad, por moral, por ética, por decencia. Esta pandemia lo ha arrollado y lo ha dejado en evidencia como científico. Y también ha mentido a sabiendas. Por lo tanto, lo que toca es marcharse y dejar que otro asuma el "disfrute" y la responsabilidad del cargo. Pero claro, la decencia es una virtud que desconoce nuestra miserable clase política. Si la tuvieran, quedarían pocos políticos en este trágico país.

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