Yo hoy quería escribir de libros. Quería escribir del día del libro. De
lo maravilloso que puede ser ver una ciudad como Jerez con sus calles repletas
de puestos de libros. De cómo la gente lucía orgullosa la flor, el lirio, con
que los libreros obsequiaban a quienes comprábamos un libro. Quería hablar de
los beneficios de la lectura. De cómo de todos los libros, aunque no sean
algunos obras maestras, se puede obtener algo bueno. De cómo la lectura nos
puede transportar a otros mundos y hacernos vivir otras vidas. Quería hablar de
lo fundamental que considero que los niños y niñas, desde pequeños, se acostumbren
al saludable hábito de la lectura. Cómo esa lectura les va a proporcionar un
vocabulario amplio y diverso con el que poder expresar sus ideas. Quería hablar
de cómo la lectura, la cultura nos hace libres. Pero hoy no puedo hablar de eso
que era mi deseo.
Ayer, cuando iba a ponerme a escribir el artículo estaban dando los
resultados de las elecciones en Francia. Me quedé sobrecogido. Nada menos que
el 24,5% del electorado francés ha votado la opción del Frente Nacional de la
utraderechista Marine Le Pen. La cuarta parte de la población se ha decantado
por una opción cuyos ideales son el racismo, la xenofobia, el odio, abrazando
unos ideales basados en el antiguo partido nazi, de donde salió realmente este
partido. El centrista Macron, el que fuera hasta hace poco ministro de economía
del gobierno socialista, se enfrentará a la ultraderecha. Los cronistas
políticos hacen hincapié en que es imposible que el Frente Nacional forme
gobierno, ya que en la segunda vuelta electoral todos los partidos demócratas
votarán unidos en contra de Le Pen. De acuerdo, pero esa no creo que sea la
solución, porque ese no es el problema. El verdadero problema es que una gran
parte de la sociedad francesa, especialmente jóvenes, según han comentado, se
han inclinado por una opción de ideología fascista. Es posible que estos
jóvenes estén desencantados por la crisis, por cómo se ha gestionado la
economía, como han sido abocados al paro y es posible que a la marginación.
Pero lo grave, según mi punto de vista, es que se hayan dejado seducir y
engañar por unas consignas burdas de odio, sin pararse a pensar que quienes
realmente han gestionado la crisis no han venido del extranjero, ni profesan
otra religión más que la del dinero. Que quienes le han quitado sus derechos y
su libertades, (que no piensen que el fascismo se las va a restituir) tienen
nombres y apellidos. Que son los poderes fácticos los que les han llevado a
este callejón sin salida. Deberían pararse a pensar quien ha dividido la
izquierda, o qué papel han jugado los medios de comunicación en este devenir
histórico por el que estamos atravesando. A quien ha favorecido la crisis.
Porque no ceo que haya sido a los refugiados sirios que tienen que huir para no
perecer en una guerra sin sentido ante la que las grandes potencias cierran los
ojos.
Por otro lado, contemplo estupefacto como en el entierro del exministro
franquista Utrera Molina, uno de los más duros e intransigentes de la
dictadura, se llevan a cabo saludos fascistas, gritos a favor de la dictadura
de Franco, cantos de Cara al Sol, y parece que eso no es constitutivo de
delito. No es apología del terrorismo, pero en cambio sí lo es unos tweets
sobre algo que pasó hace cuarenta años. ¿Acaso no debería la fiscalía actuar de
oficio como en otros casos? ¿O es que acaso el franquismo está tan
interiorizado en la sociedad que los fiscales lo ven como algo normal?
Unamuno decía que el nacionalismo se cura viajando, y el fascismo se cura
leyendo. A la vista de los resultados de las elecciones en Francia podemos
intuir que en el país vecino se lee muy poco, pero las noticias de España no
nos dan mucha más esperanza en nuestro país.
Al final, y no como pensaba, hemos acabado hablando de libros, de los
beneficios de la lectura y de lo que, al parecer, muchos y muchas se están
perdiendo por no haber tenido en su momento unas buenas lecturas. Nunca es
tarde. Aprovechemos el día del libro para que no nos pase los mismo. El peligro
siempre acecha.