Editorial: '¿Hay alguien ahí?'

¿Hola? ¿Hay alguien ahí? Parece que no. Parece que no hay nadie a los mandos. Una orquesta sin director, un equipo sin entrenador. Quizás una cocina sin chef o un clan sin patriarca. O un ejército sin almirante, un convento sin superiora, una cuadrilla sin capataz, incluso una mafia sin capo. Mejor aún, unos técnicos sin jefes. Justo esto último es lo que ocurre en el Ayuntamiento de Jerez, gobernado por la socialista Mamen Sánchez.

Esta misma semana saltaba el escándalo: Invalidado el examen práctico de las oposiciones a Policía Local por presunto chivatazo. Desde el propio Consistorio se apreciaron indicios que señalaban el quebrantamiento de la cadena de custodia de los documentos que conformaban la prueba. Una más que posible fuga, una filtración interesada. ¿La responsabilidad? De nadie, o eso dice la alcaldesa.

“Hay un tribunal técnico que prepara los exámenes y serán sus responsables quienes tengan que aclarar qué ha pasado”. Palabras textuales de la regidora socialista. Por lo que se entiende, ella no forma parte de “sus responsables”. Puede que no haya nadie por encima de aquéllos y la nave se esté dirigiendo sola. El tribunal, por tanto, debe ser un ente supraestatal, o probablemente extraplanetario. Los protocolos de seguridad para garantizar la confidencialidad de documentos sensibles del Ayuntamiento los establece… Nadie. Las decisiones se toman en base a las indicaciones de… Nadie. Ante un nuevo escándalo, dimite… Nadie.

Si se ha hecho mal, la culpa es de otros. “Entonces exijamos explicaciones a Laura Álvarez, que para algo tiene delegadas las funciones del Área de Recursos Humanos y las oposiciones y empleados municipales son su competencia”, pensarán algunos. Tampoco. Álvarez pasa la pelota con la habilidad de Xavi Hernández.

  –Toc, toc. ¿Está ahí la jefa, la señora Álvarez?

  –Laura no está, Laura se fue...

Lo positivo de toda esta historia es que cuando algo se haga bien (es complicado de creer, pero no imposible), tampoco habrá medallas que colgar. Nadie podrá sacar pecho de los logros del Gobierno. Nadie deberá aparecer sonriente en una foto estrechando alguna mano o fundiéndose en un abrazo. Porque la gestión avanza por intercesión divina, por puro azar o inercia. Porque no hay nadie ahí.