El sábado día 17 se presento en el Museo Municipal, con la colaboración
de la Asociación de amigos del Museo, la pieza correspondiente al mes de
diciembre, que en esta ocasión no se encontraba en el interior del Museo, sino
en la plaza, delante de la puerta, la Fuente de la Plaza del Mercado. Dicha
pieza llega a su ubicación actual en época muy reciente, concretamente en el
año 1981, cuando se remodela, se pavimenta y ornamenta dicha plaza, proveniente
del Recreo del Retiro.
Desconocemos cual es el origen de dicha fuente que, datada en el siglo
XVI por sus características es obvio que no puede proceder del Retiro, cuya
cronología hay que situarla en el siglo XIX. En la presentación de dicha pieza
apuntábamos la hipótesis de que, dada la coincidencia de propiedad del Retiro y
del palacio de Ponce de León, ambos pertenecientes a D. Luis Ysasi Lacoste, la
fuente procediera de dicho palacio. Es sabido que la madre de don Luis Ysasi,
doña Juana de Dios Lacoste, decidió convertir el palacio en un centro de
enseñanza, y con esta finalidad es
donado por su hijo a la ciudad de Jerez, con la condición de que siempre habría
de seguir teniendo la misma función, como efectivamente así sucede, siendo
actualmente el colegio del Salvador. Aunque la donación tiene lugar en 1897, se
sabe que ya desde hacía varios años dicho edificio cumplía funciones de
enseñanza. También se sabe que en 1884 doña Juan de Dios Lacoste había hecho
entrega de dos capiteles provenientes del patio de su palacio para su
conservación en el Depósito Municipal, por lo que es más que probable sea en
esta fecha en la que decide la remodelación del patio a fin de adecuarlo a las
funciones que habría de tener en el futuro, y en el que la fuente, de grandes
dimensiones, ocupaba un gran espacio que habría de impedir el normal desarrollo
de los pequeños que habría de jugar en dicho patio, por lo que es probable que
decidiera el traslado de la fuente a su otra posesión en las afueras de la
ciudad, el Recreo del Retiro, que también sería posteriormente donado a la
ciudad.
La fuente de gran calidad y belleza, presenta un escueto a la vez que
complejo programa iconográfico destinado a recordar a los dueños del palacio (o
del sitio donde estuviere) la finitud de la vida. Representados los cuatro
Caracteres o Temperamentos: Flemático, Sanguíneo, Melancólico y Colérico, hacen
referencia al carácter mortal del ser humano, mientras los delfines que coronan
la fuente, recuerdan el poder de salvación de estos animales, simbolizando la
salvación por el bautismo. La fuente, que en el Retiro estaba rodeada por la
representación de las Cuatro Estaciones, hoy desaparecidas, era un recordatorio
de que todo finaliza, todo muere, todo fenece, salvo la fe en el bautismo. Este
simbolismo se podría poner en relación con el programa iconográfico
desarrollado en la fachada, en el ventanal esquinado, obra de 1537.
Esta fuente, la más bella, de más mérito artístico de todas la de Jerez,
se halla en un lamentable estado. No ha sido el tiempo, no han sido los
elementos, los que han causado el deterioro. Ha sido la incuria, el incivismo,
el salvajismo de algunas personas, lo que han dado lugar al deterioro de sus
figuras, de su pila, de su integridad. Ha faltado respeto, ha faltado
educación, ha faltado información, y ha faltado, sobre todo, el amor al
patrimonio, a la historia.
El patrimonio ha de ser un bien común, al alcance de todos. De nada
valdría el guardar la fuente en el Museo, al amparo de las agresiones, pero
también escondida a las miradas del ciudadano que tiene derecho a contemplarla.
La fuente, como todo elemento arquitectónico,
como todo objeto patrimonial es un testigo de la historia, de la cual forma
parte, constituyendo memoria viva de un pueblo, de una cultura, de un modo de
ser, de un modo de sentir. No tenemos derecho a que los bienes patrimoniales
que han llegado hasta nosotros, no lleguen a nuestros hijos. Tenemos obligación
de conservarlos y transmitirlos a la siguientes generaciones. Porque tenemos el
derecho a disfrutarlos, pero tenemos, igualmente, la obligación de conservarlos
y dejarlos en herencia.
Hace falta restaurar la Fuente de la Plaza del Mercado, pero sobre todo,
hace falta educar a la ciudadanía para que sepa apreciarla y se esfuerce en
conservarla. Ojalá que no hagan falta vallas para conservar lo que es nuestro,
lo que es de todos, lo que es nuestra historia.