Se nos olvida que quizás gran parte de nosotros somos migrantes, lo hemos sido o lo seremos. Se obvia que no todos los extranjeros somos malos, tampoco todos somos buenos. Que algunos son menores y otros somos mayores Que no todos llegamos voluntariamente, algunos llegamos por tierra, por aire o por mar, pero todos con la misma esperanza de buscar un lugar digno para vivir, ser libres.
Se nos olvida que algunos somos de países hermanos, unidos por idiomas, por fronteras o simplemente por ser hijos del mismo Dios. Se nos olvida que llegamos a trabajar, que queremos integrarnos y gracias a Dios estas tierras andaluzas nos brindan esa bondad necesaria para sentirnos en casa, aunque parte de nuestro corazón y nuestra mente este en otro lugar del mundo, muchos de nosotros ya nos sentimos españoles, y por supuesto jerezanos.
Se nos olvida que no queremos limosnas, que tenemos claro que el trabajo dignifica al hombre y estamos en esta sociedad para aportar diversidad y ser parte de la economía productiva, somos luchadores, somos emprendedores y somos agradecidos.
Muchos de nosotros dejamos a nuestras familias en situaciones impensables para una sociedad moderna, algunos mejor y otros peor, en ciudades que algunas vez fueron grandiosas y ejemplos de desarrollo económico, y ahora tienen panoramas desoladores. Muchos de nosotros los extranjeros menores o mayores no sabemos de izquierda ni derecha, de radicalismos, ni progres, ni de republica ni de monarquía, algunos tenemos la dicha de haber estudiado, otros no, ni idea de quién es Franco ni qué es la ETA, pero muchos de nosotros si sabemos quién es quién…
En enero de 2007, en uno de esos viajes a Venezuela pasamos por una terminal destrozada, la T4 de Barajas donde habían fallecido dos hermanos sudamericanos (ecuatorianos) por un atentado terrorista de ETA, víctimas de reivindicaciones que quizás muchos de nosotros no habíamos escuchado, otros si, pues en Venezuela ya los teníamos identificados.
No nos sentimos extranjeros, somos de aquí y de allá, respetamos, trabajamos, amamos, y esperamos que se nos trate con equidad, sin la discriminación por conveniencia que estos extremismos nos imponen por el nervosismo de una época electoral, esa división que nos segmenta a los migrantes en la medida de la vulnerabilidad de cada uno, siendo nosotros los que venimos de regímenes totalitaristas y represores afines a la izquierda rancia mal llamada socialismos progresistas, el punto de mira de los ataques.
No me ofende un comentario de redes sociales, simplemente me da tristeza el rumbo de nuestra sociedad, con liderazgos que dividen para vencer.
Somos inmigrantes y somos españoles. Somos los nuevos jerezanos.
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