Pablo Iglesias, el gestor que yo quiero

El preacuerdo de Gobierno entre el PSOE de Pedro Sánchez y Podemos está siendo celebrado y criticado a partes iguales. En mi caso particular, he de decir que soy una de las personas que se congratula del matrimonio político entre el socialista y Pablo Iglesias, futurible vicepresidente. Pocas personas mejores que el melenudo profesor se me ocurren para codirigir el rumbo de España, o como él quiera llamar a este, nuestro país. 

Cuando debemos delegar nuestro futuro económico, laboral, familiar, social o cultural en manos de determinados representantes, lo ideal es que sean buenos ejemplos en el ámbito personal. Y Pablo Iglesias es un paradigma sublime, el espejo casi perfecto en el que mirarse, todo un modelo a seguir. Estoy plenamente convencido de que si Iglesias gestiona el Estado la mitad de bien que su propia vida, únicamente nos lloverán bendiciones en los próximos cuatro años.

Porque no olvidemos que Pablo Iglesias tiene mucho en común con Jesucristo, no sólo en lo físico. Concretamente con el Nazareno que indulta a los presos en Málaga, porque el politólogo también es ‘El Rico’. Casi desconocida hace cosa de siete años escasos, ahora su cabellera puede mojarse cada verano en la piscina de un apacible chalet. Para más inri, pese a su juventud, ‘El Coletas’ ha podido plantar la semilla para traer al mundo a tres criaturas. Pura ambición, entrega, capacidad de ahorro y creación de riqueza. Tiene las claves y nos las puede dar. ¿Acaso no es lo que queremos para nuestro devenir?

Él, líder supremo y mesías de la formación morada, nació en el año 1978. Por aquel entonces comenzaba a conformarse el “régimen” constitucional que tanto detesta y tan corrompido está, salvo cuando le manda la nómina. Aunque el español no es el único aparato estatal del que ha cobrado, pues también ha recibido los billetes de contrastadas democracias como la de Irán o Venezuela. Así que tenemos otro de los muchísimos argumentos con los que cuenta a su favor; es un hombre capaz de atraer fondos del extranjero y mantiene relaciones con mandamases a nivel internacional.

Pero considero que el mayor punto a sumarle es el de ser abiertamente comunista, como ha manifestado públicamente en varias ocasiones. Defiende una ideología que propone un sistema socioeconómico inviable, pues seguro que todos hemos oído aquello de “el comunismo está muy bien en la teoría, lo que pasa es que es imposible ponerlo en práctica”. Sin embargo, Pablo es valiente, no se deja amilanar por lo que digan los demás y confía ciegamente en que las tesis marxistas pueden generar abundancia. Quizás para él y los suyos, pero abundancia al fin y al cabo.

Próspero, influyente e intrépido. Cuesta creer que algunos desalmados defendieran recientemente que con gente así en el poder no se puede dormir tranquilo. Eres tú el elegido, Pablo. Eres el gestor que yo quiero.