Ayer conocíamos la noticia de que Antonio Saldaña, líder del PP local, iba conduciendo con varias copas de alcohol de más. Una actitud del todo intolerable, digna del máximo reproche, especialmente en un edil municipal y diputado provincial, que es un representante de la ciudadanía. Para colmo, en unos momentos en los que es recomendable permanecer en casa para preservar la salubridad ante la expansión del coronavirus, o procurar cuando se salga hacerlo siempre con la más absoluta responsabilidad. Quizás es un simple "error", como el mismo Saldaña admite, pero que le termina desacreditando y pone en cuestión la confianza que los jerezanos pueden depositar en él. Una metedura de pata que cualquier "currito de a pie" ha cometido en alguna ocasión, pero que al portavoz popular puede, y seguramente debe, costarle los cargos que ostenta. Porque "la mujer del César no sólo debe serlo, sino parecerlo".
Dicho esto, no es menos cierto que se generan agravios comparativos en una situación como la que nos atañe. Saldaña coge el coche bebido y es razonable pedir su dimisión pero, ¿con arreglo a qué criterio? Debería haber un cierto listón moral en la clase política, aunque no parece que exista. Ahora desde el PSOE, como directo y principal adversario, pedirán su cabeza. Sin que falten razones y argumentos, pero no desde la justicia, ni la decencia, ni la autoridad. Porque, ¿es justo que Antonio Saldaña deba marcharse del partido y el socialista Alfonso Moscoso siga en sus puestos de senador y alcalde en la vecina localidad de Villaluenga del Rosario, habiendo incurrido en unos hechos casi idénticos? Y sin necesidar de salir de nuestra ciudad, ¿sería equitativo exigir a Saldaña que se vaya mientras el imputado por enchufismo Francisco Camas permanece en la Corporación municipal, cobrando un sueldo pagado por todos los jerezanos?
No son los únicos. ¿Es coherente que el delegado de Seguridad, el también socialista Rubén Pérez, sea un condenado por agredir a un compañero de trabajo en plena calle? Y Mila Pérez, relacionada en los últimos años con la trama Gürtel de corrupción, se embolsa más de 120.000 euros al año, sin que nadie cuestione su conveniencia al mando de los gabinetes de Presidencia y Jurídico del Ayuntamiento de Jerez.
José Antonio Díaz tampoco podrá pedir responsabilidades a Antonio Saldaña, puesto que es el concejal al que pillaron con un empleado municipal de chófer y usando un vehículo de la Administración local a modo de coche oficial para llevar a los niños al colegio. ¿Y la propia alcaldesa? Mamen Sánchez ha endosado 15.246 euros a una productora de "amiguetes" para hacer vídeos en plena pandemia, con Cáritas desbordada ante los centenares de personas que no tienen qué llevarse a la boca día tras día. Mientras tanto, los empleados de Onda Jerez, en el baúl de los recuerdos...
Miembros del PSOE en Andalucía se gastaron el dinero para los parados en comilonas cuyo postre eran juergas a base de drogas y prostitutas. El mismo partido sobre cuyas espaldas carga la mayor sentencia en la Historia de España por corrupción, sin que nadie se haya despeinado en la cúpula del partido.
¿Dónde está la dignidad? ¿Dónde está la ejemplaridad? Estos políticos avergüenzan a sus votantes. Desde el que bebe, al que roba, al que agrede y al que se aprovecha de su puesto. La gente merece que no les gobierne semejante calaña.
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